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Efemérides

9 de mayo: Día Mundial de la Insuficiencia Cardíaca. Una mirada a la historia de la IC, desde el abordaje empírico a la evidencia robusta de nuevas vías de tratamiento

09/05/2025

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9 de mayo: Día Mundial de la Insuficiencia Cardíaca. Una mirada a la historia de la IC, desde el abordaje empírico a la evidencia robusta de nuevas vías de tratamiento

Por el Consejo de Insuficiencia Cardíaca e Hipertensión Pulmonar SAC

Cada 9 mayo se conmemora el Día Mundial de la Insuficiencia Cardíaca, una oportunidad clave para generar conciencia sobre esta enfermedad crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo. Esta conmemoración es impulsada principalmente por la Heart Failure Association (HFA) de la Sociedad Europea de Cardiología y otras organizaciones internacionales, como parte de la Semana de Concientización sobre la Insuficiencia Cardíaca.

Los registros mas antiguos de la presencia de insuficiencia cardiaca datan del papiro de Ebers (1534 aC), llamado así por el egiptólogo alemán Georg Ebers (1837 dC-1898 dC), quien se ocupó de su traducción (1865 dC-1941 dC). El papiro representa una de las mejores informaciones conocidas sobre el acto médico en el antiguo Egipto,

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En el “Tratado del Corazón”, se pueden encontrar descripciones de la Insuficiencia Cardiaca, y la disnea de forma muy particular, tratando de describir la enfermedad, donde se describía la distensión abdominal, la “falta de condición para cruzar el Nilo” refiriéndose a la limitación del esfuerzo físico, el “pecho asmático” para referirse al edema pulmonar; e inclusive descripción de su tratamiento, que consistía en alguna mezcla de brebajes con efecto diurético

Desde entonces el manejo de la insuficiencia cardíaca (IC) ha evolucionado profundamente a lo largo de la historia, pasando de una visión puramente empírica y sintomática a un enfoque basado en la fisiopatología, la evidencia científica y la medicina personalizada.  Desde el empleo de diuréticos en la décadas de 1930–50, para controlar la congestión; al descubrimiento del sistema renina angiotensina aldosterona y sistema nervioso simpático como contribuyentes de la progresión de la enfermedad.

 El inicio de las terapias que bloquean estos sistemas, como los iECAS con el estudio CONSENSUS en 1987, el cual marcó un hito histórico al demostrar una reducción en la mortalidad del 27%, y mejoría clínica significativa en la sintomatología, con el uso de enalapril vs placebo, validó la hipótesis de que bloquear el sistema renina-angiotensina-aldosterona podía frenar la progresión de la enfermedad y abrió el camino a futuras terapias neurohormonales.

Posterior al CONSENSUS el campo de investigación en la insuficiencia cardiaca continuó en crecimiento, los betabloqueantes cobraron relevancia a pesar de considerarse inicialmente perjudiciales, la evidencia demostró a través del CIBIS I y el CIBIS II una reducción de la mortalidad del 34% con el uso de bisoprolol frente a placebo, evidencia que se consolidó fuertemente con la información aportada por el MERIT-HF (metroprolol vs placebo) y COPERNICUS (carvedilol vs placebo) gracias a estos estudios hoy sabemos que los betabloqueantes no son solamente seguros, sino que prolongan la vida y mejoran la función cardiaca, cuando se inician cuidadosamente y en dosis progresivas.

En 1999 se agrega a la lista de tratamiento, los antagonistas de aldosterona con el estudio RALES, la espironolactona reduce la mortalidad total en un 30%, estableciendo una triada de tratamiento para la insuficiencia cardiaca de fracción de eyección reducida.

No hubieron mayores descubrimientos durante mas de 15 años, hasta el PARADIGM-HF (2014) cuando se presentó ante el mundo una molécula única en su clase el LCZ 696 (sacubitrilo/valsartán), que redujo en un 20% la mortalidad cardiovascular y hospitalizaciones frente al standard of care de hasta aquel momento (y durante más de 20 años) el enalapril. Supuso nuevamente un cambio en el abordaje del tratamiento de la insuficiencia cardiaca, trayendo a la palestra la relevancia de los péptidos natriuréticos en el tratamiento de la insuficiencia cardiaca.

A partir de entonces hemos ido descubriendo nuevas vías de tratamiento de esta enfermedad y percatándonos de lo compleja que resulta ser. La evidencia del DAPA-HF con dapagliflozina (2019), un inhibidor del Co-transportador 2 de sodio-glucosa (iSGLT2), con reducción del punto combinado de muerte cardiovascular y hospitalizaciones en un 26% frente a placebo en pacientes con FEVI reducida, abrió el uso de estos fármacos más allá de la diabetes, y la posibilidad de una nueva vía de tratamiento mas allá de la neurohormonal.

Durante décadas tuvimos una deuda con la presentación preservada (FEVI >50%) de la insuficiencia cardiaca, ya que diversos estudios no lograron resultados alentadores para esta población de pacientes, quienes seguían teniendo una morbi-mortalidad alta, y fue hasta la presentación del EMPEROR PRESERVED (empagliflozina vs placebo 2021), en el cual los iSGLT2 sorprendieron al mundo de la cardiología demostrando una reducción del 21%en el riesgo combinado de muerte cardiovascular, y hospitalizaciones por IC, fortaleciendo este resultado el DAPA- HF (dapagliflozina vs placebo 2022), con reducción de un 18% del punto combinado de muerte cardiovascular y hospitalizaciones por IC. Gracias a estos resultados se logra transformar el tratamiento de la IC con FEVI preservada, una condición históricamente sin opciones eficaces.

Entendimos además, a través iSGLT2, la importancia de la ¨eficiencia energética¨, ya que el beneficio de estos fármacos va más allá de su efecto glucosúrico/diurético, actuando a nivel metabólico, favoreciendo la oxidación de cuerpos cetónicos y ácidos grasos sobre la glucosa, mejorando la eficiencia mitocondrial del corazón. 

Vemos, así como gracias a la investigación y el desarrollo de nuevas terapias, el manejo de la insuficiencia cardíaca ha pasado de un enfoque meramente sintomático a un modelo complejo, multidisciplinario y centrado en el paciente, con avances que han mejorado sustancialmente la sobrevida y calidad de vida.

Sin embargo, la batalla está lejos de ganarse. la insuficiencia cardíaca sigue siendo una de las principales causas de hospitalización y muerte, teniendo una prevalencia de 60 millones de habitantes a nivel mundial y las tasas de mortalidad aún son alarmantemente altas, se estima que aproximadamente el 50% de los pacientes fallecen dentro de los cinco años posteriores al diagnóstico. Esta cifra es comparable —y en algunos casos superior— a la de muchos tipos de cáncer. Además, la carga emocional, física y económica para pacientes, familias y sistemas de salud es inmensa.

Por ello, en este Día Mundial, instamos a la comunidad médica, a los responsables de políticas públicas y a la ciudadanía a redoblar esfuerzos. Invertir en prevención, acceso a tratamientos, seguimiento oportuno y educación. La insuficiencia cardíaca no debe seguir siendo una sentencia, con compromiso, innovación y equidad, podemos transformar su pronóstico.Una mirada a la historia de la insuficiencia cardíaca, desde el abordaje empírico a la evidencia robusta de nuevas vías de tratamiento.