Adiós al Dr. Miguel Granja

Por Alejandra Folgarait

La noticia del súbito fallecimiento de Miguel Granja, el 1 de noviembre pasado, a los 70 años, conmovió no sólo a los cardiólogos infantiles que trabajaron codo a codo con él sino también a los hemodinamistas de todo el mundo.

Miguel -como lo conocían los integrantes de la pequeña comunidad de médicos que son a un tiempo pediatras, cardiólogos y hemodinamistas- había nacido en Mar del Plata y se había trasladado a estudiar Medicina a La Plata, donde habría de conocer a su esposa.

Con el título bajo el brazo, el joven doctor Granja se desplazó a Buenos Aires para hacer su residencia en Pediatría en la antigua Casa Cuna. Mientras se especializaba en terapia intensiva, tomó contacto con el prestigioso cardiólogo infantil Eduardo Kreutzer, quien poco después se convertiría en Jefe de Cardiología del la ex Casa Cuna, hoy Hospital de Niños “Pedro de Elizalde”.

“Me llamó por teléfono y me dijo que quería hacer hemodinamia, así que empezó a formarse con una beca en el Hospital de Niños Gutiérrez”, rememora ahora Kreutzer. “En 1976, Miguel Granja volvió al Hospital Elizalde para hacerse cargo de Hemodinamia, así que desde entonces fui su jefe. Trabajamos juntos en el hospital y en el consultorio durante 40 años”, resume Kreutzer, todavía conmovido por la sorpresiva desaparición de su discípulo.

“Era el líder indiscutido de la subespecialidad en el país y en Sudamérica”, apunta Alejandro Peirone, director del Consejo de Cardiología Pediátrica y Cardiopatías Congénitas del Adulto de la SAC. “Fue pionero en múltiples intervenciones en niños y adultos con cardiopatías congénitas en la Argentina. También fue maestro de numerosos colegas que se desempeñan en Buenos Aires y en la mayoría de las provincias”, señala Peirone desde Córdoba. El especialista de la SAC hace hincapié en las calidades humanas sobresalientes de Miguel Granja: “honestidad, respeto por el paciente, dedicación al trabajo y enseñanza con el ejemplo diario”.

Entre los cardiólogos infantiles de la época pionera de la Casa Cuna se encuentra Ana de Dios, la ecocardiografista que acompañó en el quirófano a Miguel durante décadas, y que lo recuerda como “compañero de trabajo, amigo y padre protector”.

Acostumbrada a llamarlo tres veces por día para discutir casos y planificar cirugías, Ana no logra aún pasar los verbos del tiempo presente al pasado cuando se refiere a Miguel: “Es una persona excepcional, un hemodinamista reconocido internacionalmente por sus trabajos en cardiopatías congénitas”, dice la actual jefa de Cardiología del Hospital Elizalde y del Sanatorio Trinidad Mitre.

Adiós al Dr. Miguel Granja

Miguel Granja (atrás, al centro) con su equipo en la Sala de Control de Hemodinamia.

Uno de cada mil niños nace en la Argentina con una cardiopatía congénita y un 30% de ellos requiere una intervención quirúrgica. “Miguel fue un pionero del intervencionismo terapéutico, una disciplina muy nueva que transformó a la hemodinamia, haciéndola pasar de una herramienta diagnóstica a una terapéutica”, reflexiona la Dra. De Dios.

La especialista de la SAC enumera las áreas en las que innovó el Dr. Granja: cierre de comunicación interauricular e interventricular, ductus, colocación de stents, entre otras. “Un 70% de los casos de cardiopatías congénitas quirúrgicas hoy se resuelve en la Argentina mediante cateterismo. Las cirugías a pecho abierto sólo se reservan para procedimientos complejos. Y en esta situación incidió de manera fundamental Miguel”, se enorgullece la Dra. de Dios.

Coincide el Dr. Jesús Damsky Barbosa, quien conoció al Dr. Granja cuando hacía su residencia en el Hospital Gutiérrez, y al que luego habría de seguir al Hospital Elizalde, donde se convertiría en su sucesor. “Miguel era muy exigente, puntilloso, un estudioso permanente”, lo recuerda su discípulo. “No paraba hasta lograr un resultado; continuamente estaba en la búsqueda de soluciones para las enfermedades cardiológicas de los chicos. Además –enfatiza Damsky Barbosa- se caracterizaba por sus valores morales: era una persona intachable y un defensor de su familia –esposa, hijas y nueve nietos- y también de todos los que lo acompañaban en su travesía”, se emociona el actual Jefe de Hemodinamia del Elizalde y miembro titular de la SAC.

En cuanto a las contribuciones del Dr. Granja a la Cardiología Pediátrica, Damsky Barbosa las resume en que “toda la técnica moderna de la hemodinamia infantil en la Argentina se le debe a Miguel Granja y a Horacio Faella”.

Miembro destacado de la SAC y del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas, el Dr. Granja fue no sólo Jefe de Hemodinamia del Hospital Pedro de Elizalde sino también de los hospitales Italiano, Austral, Trinidad, Bazterrica y Anchorena. En verdad, Miguel Granja llevaba su experiencia, su capacidad y su equipo allí donde hiciera falta. “Era una persona dulce, muy entradora y con un espíritu de trabajo impresionante: podía hacer cuatro o cinco cateterismos en un día, uno atrás de otro”, describe Kreutzer, su mentor.

“La llama ha quedado encendida y todos los que lo queríamos la hemos tomado en nuestras manos”, concluye Ana de Dios. “Miguel Granja seguirá siempre presente en la comunidad cardiológica infantil”.

Miguel Granja con su esposa y algunos de sus discípulos, durante el reciente
Congreso de Cardiología Intervencionista Pediátrica PIC´s 2014, en Chicago.

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