La insuficiencia aórtica y sus epónimos

[column col=”1/5″]La insuficiencia aórtica y sus epónimos
Abraham Lincoln[/column]

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Pocas patologías tienen tal cantidad de signos con nombre propio o epónimos como la insuficiencia aórtica. Nos pareció interesante conocer la historia que se esconde detrás de algunos de ellos. Relaciones, coincidencias, discrepancias que ayudan a dibujar el mapa de una medicina en la que todavía cada uno podía dejar su nombre asociado a una enfermedad o un procedimiento.

Abrimos sin embargo esta entrega con la difundida imagen de alguien que no era médico, Abraham Lincoln. No era médico, pero sí paciente. Se le atribuye ser portador de insuficiencia aórtica probablemente debida al síndrome de Marfan. En la fotografía todo su cuerpo sale nítido, excepto la pierna izquierda, por aumento de pulsatilidad de la arteria poplítea. De allí el signo de Lincoln, que como de Musset, dio su apellido a una manifestación de la enfermedad.[/column]

[column col=”1/5″]La insuficiencia aórtica y sus epónimos
Dominic Corrigan[/column]

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Dominic Corrigan fue un médico irlandés, nacido en Dublin y formado en Edimburgo. Desde joven se destacó por sus conocimientos y capacidad semiológica. Tenía solamente 30 años cuando describió el signo que lleva su nombre, el pulso en martillo de agua, en un trabajo titulado Sobre la permeabilidad permanente de la boca de la Aorta, o Insuficiencia de las Válvulas Aórticas. Decía “Cuando un paciente afectado por la enfermedad se despoja de la ropa, las arterias de la cabeza, cuello y extremidades superiores de inmediato llaman la atención por su singular pulsación. En cada diástole la subclavia, carótida, temporal, braquial y en algunos casos incluso las arterias palmares son arrojadas repentinamente de su lecho, saltando debajo de la piel”. Alcanzó tal fama a mediados de su vida, que corría la leyenda de que tenía en su casa una puerta secreta para escapar del flujo interminable de los que querían consultarlo. Incursionó fallidamente en la política, fue Sir y murió de un accidente cerebrovascular masivo a los 78 años, en 1880.[/column]

[column col=”1/5″]La insuficiencia aórtica y sus epónimos
Paul Louis Duroziez[/column]

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Paul Louis Duroziez nació en París en 1826. Desarrolló su carrera médica inicial en el Hospital de La Charité, y en 1861 publicó su artículo El doble soplo intermitente sobre la arteria femoral como signo de insuficiencia aórtica. Si bien el soplo diastólico era rutinariamente mencionado en la insuficiencia aórtica, Duroziez hacía hincapié en el hallazgo del soplo sistólico al comprimir la arteria femoral. Diez años después describió el estrechamiento puro de la válvula mitral, que al igual que el signo de insuficiencia aórtica se hizo conocido por su epónimo. Fue quien describió la onomatopeya característica de la estenosis mitral: Ru Fu T Ta Ta. Duroziez creía que el corazón era un “ser dotado de una mitad masculina, calma, regular y estable, el ventrículo izquierdo, y una mitad femenina nerviosa y desordenada, el ventrículo derecho”. Como vemos, la capacidad semiológica no siempre asegura diagnósticos adecuados. Sus años de madurez se vieron amargados por la muerte de su único hijo varón (tenía además tres hijas) debido al escorbuto. Tuvo tiempo antes de su muerte para combatir en la Guerra franco prusiana como médico de ambulancia, y para ser nombrado Caballero de la Legión de Honor. Murió en 1897.[/column]

[column col=”1/5″]La insuficiencia aórtica y sus epónimos
Austin Flint[/column]

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Austin Flint fue el único estadounidense en esta serie de semiólogos ilustres. Nació en 1812 en el seno de un linaje de médicos, que se remontaba hasta su bisabuelo. Desde joven insistió en la importancia de tomar notas sobre los pacientes que veía, y llegó al fin de su vida con casi 17.000 folios escritos y más de 240 artículos publicados. Fue un clínico que abarcó distintas ramas de la medicina. Previó que el origen de la anemia perniciosa se hallaba en la mucosa gástrica. Abogó contra el uso del mercurio en distintos preparados, y entrevió el rol que en el futuro tendría la inmunología. Abogó por una alimentación sana, y sostuvo que la indolencia y la inacción podían llevar a la degeneración grasa del músculo cardíaco. La suya fue una vida viajera: ejerció en Búfalo, Nueva Orleans, Nueva York. En cada lugar donde estuvo se destacó por sus dotes de maestro, y contribuyó a crear varias escuelas de Medicina. Tuvo particular inclinación por el estudio de la patología cardíaca, tal vez por su temprano contacto en Nueva Orleans con Joseph Rouanet, un médico francés discípulo del gran Corvisart, médico personal de Napoleón, y entusiasta de la percusión torácica desarrollada por Auenbrugger. Fue Corvisart quien había sugerido que los ruidos cardíacos se debían a las válvulas y no al músculo, como hasta entonces se creía. En esta línea a lo largo del tiempo, Austin Flint prestó especial atención a la auscultación cardíaca y describió el soplo que lleva su nombre. Dijo al publicar si hallazgo en 1862: “En algunos casos en los que existe regurgitación aórtica libre, el ventrículo izquierdo se llena antes de que las aurículas se contraigan; las cortinas mitrales son llevadas hacia afuera, y la válvula cerrada cuando la corriente mitral tiene lugar y, bajo esta circunstancia, este soplo puede ser producido aunque no existe lesión mitral”. Es interesante señalar que estaba en contra de que los signos clínicos llevaran el nombre de sus descubridores. Sostenía que ello no puede acarrear más que oscuridad y confusión. Como vemos, la Medicina no le hizo caso. Falleció en 1886, y al igual que Corrigan, de un accidente cerebrovascular.[/column]

[column col=”1/5″]La insuficiencia aórtica y sus epónimos
Leonard Erskine Hill[/column]

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Por último nos detendremos en Leonard Erskine Hill, un fisiólogo inglés nacido en Tottenham, en 1866. Fue médico porque su padre así lo decidió, en el reparto de profesiones que determinó para cada uno de sus hijos, sin tomar en cuenta sus inclinaciones o aptitudes. De hecho, Leonard prefería las humanidades, la historia y la literatura. Sus comienzos en la carrera no fueron alentadores, y uno de sus primeros recuerdos al respecto fue la risa de un profesor al ver el diagrama que había hecho de la disección de una rana. De cualquier manera, puso empeño en el estudio, y las medallas no demoraron en llegar. Puesto según él mismo relató en una carta a su futura esposa frente a tres salidas laborales posibles, la del médico asistencial reputado como consultor, la del médico dedicado a trabajar en el área pobre de Londres, o la de dedicarse a la Investigación, optó por esta última. Inicialmente se consagró al estudio de la circulación cerebral, y luego al de la presión arterial. Avanzó en la técnica para poder medirla efectivamente, y desarrolló el método del brazalete. Su trabajo fue inicialmente rechazado por la Real Sociedad, y ello permitió que entre tanto Riva Rocci diera a conocer su esfigmomanómetro quitando a Hill parte de la gloria que le hubiera cabido. Fue en esta etapa cuando describió el signo que lleva su nombre, tomando la presión arterial en el brazo y en la pierna de personas sanas o enfermas en posición supina. Señaló que cuando la presión en la arteria poplítea es 20 mm Hg mayor que en la radial, debe sospecharse insuficiencia aórtica. Es cierto que otras condiciones (fístula arterio venosa, beriberi, etc., pueden generar falsos positivos, pero el signo de Hill es el más sensible de la patología citada y el que ha demostrado mejor correlación con la duración del soplo. En los años siguientes comenzó a dedicarse al estudio de la función ventilatoria, el efecto de respirar oxígeno puro, la enfermedad por descompresión de los buzos, y, más adelante, el efecto del ambiente y la polución sobre la salud. No vaciló en experimentar en sí mismo los efectos de una descompresión lenta luego de haberse sometido a una presión de atmósferas. Fue un entusiasta de la vida sana, que recorría todas las mañanas varias millas en bicicleta, y luego nadaba en una piscina en el bosque. Incursionó en la pintura, escribió cuentos para niños; fue, si se quiere, una figura renacentista. Como Corrigan, como Austin Flint, murió a causa de una trombosis cerebral, a los 86 años. En su caso, la posteridad no fue muy justa con su hallazgo valvular: el signo de Hill es de los menos mencionados en los tratados, y no deja de ser triste que en una semblanza sobre su vida, su propio hijo no mencione una sola vez a la insuficiencia aórtica y el signo que lleva su nombre. ¿Qué quién era el hijo que olvidó este detalle? Austin Bradford Hill, el padre de la epidemiología moderna.[/column]

Dr. Jorge Thierer

Fuentes consultadas

Berry D. History of Medicine: Sir Dominic Corrigan, MD. Circulation 2006; 114: f 140.

Berry D. History of Medicine: Paul Louis Duroziez, MD. Circulation 2006; 114: f 188.

Mehta NJ , Mehta RN, Khan IA. Austin Flint: clinician, teacher, and visionary. Tex Heart Inst J 2000; 27:386-9.
Partin C. Sir Leonard Erkine Hill. Clin Cardiol 2001; 24: 169-171.

Hill AB, Hill B. The life of sir Leonard Erskine Hill(1866-1952). Proc Roy Soc Med 1968; 61: 307-316.

 

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