El corazón y las palabras (Parte I)

Diferentes son las explicaciones que se dan sobre el origen de la palabra corazón. La más difundida sostiene que proviene del sánscrito hrid, que significa saltador, por los saltos que da dentro de nuestro pecho. De hecho, los hindúes representaban el chakra del corazón como un ciervo o un antílope. En su excursión al griego pasó por krid, kridía, kirdía, y kardias, y recaló en el latín cor. Es claro que de kardias proviene cardias (parte del estómago cercana al corazón). Y que kardias habita en la infinidad de estructuras, afecciones y métodos vinculados con el corazón que nombramos a diario, desde el miocardio hasta la endocarditis, pasando por el ecocardiograma; y que, al fin y al cabo, nos convoca la práctica de la cardiología.

Pero el nombre del órgano centro (y centro es core en inglés) de nuestras preocupaciones proviene del latino cor, que ha requerido en español un aumentativo, aunque lo hayamos olvidado: por eso lo llamamos corazón (un cor grande). No sucede lo mismo en otros idiomas, donde cor se ha quedado del tamaño original (coeur en francés, cuore en italiano). Encontramos al cor en la concordia tanto como en la discordia; podemos acordar con el otro, ser cordiales o misericordiosos; puede el enojo inflamarnos de coraje y nos pone melancólicos recordar (traer de nuevo al corazón), incluso, los viejos tiempos en que a la epilepsia se llamaba gota coral (porque se suponía afectaba al corazón) y cordial era también una bebida alcohólica que, se creía, mejoraba el ánimo porque estimulaba el corazón.

A todo esto, ¿qué sucedió con el hrid original? Persiste en el sueco hjärta, en el alemán herz, en el inglés Heart, y, menos evidente, en las palabras que en distintas lenguas eslavas nombran al corazón.

Otro origen sin embargo se postula para la palabra corazón, que lo aleja de los ciervos: la raíz del sánscrito * ker, vinculada con el fuego, precedente del griego keramos (arcilla, barro, de allí cerámica). En su magnífico libro A la escucha del cuerpo. Puentes entre la salud y las palabras (Libros del Zorzal, 2009) Ivonne Bordelois señala que de las variaciones de *ker “resultan por una parte el cerebro y por otra…lo referente a lo cardíaco”. No sabemos cuál de las hipótesis es la certera, pero no deja de haber justicia poética en el hecho de que, frente a los que contraponen razón y sentimientos, los nombres para el común de los mortales de las sedes de una y otros tengan un origen compartido, que los encuentra en el barro original.

Dr. Jorge Thierer

Fuentes consultadas

Javier Botella de Maglia. Etimología del corazón. Revista Española de Cardiología 2004; 57: 327-330.
Ivonne Bordelois. A la escucha del cuerpo. Puentes entre la salud y las palabras .Libros del Zorzal, Buenos Aires, Argentina, 2009.
Joan Corominas. Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana. Editorial Gredos, Madrid, España, 2000.

 

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