Utilidad de la resonancia cardíaca en infartos silentes

Por Alejandra Folgarait

[column col=”1/3″]Utilidad de la resonancia cardíaca en infartos silentes[/column]

Hasta la mitad de los infartos de miocardio se presenta sin síntomas, y al menos 1 de cada 4 no son diagnosticados, de acuerdo con estimaciones internacionales. Pero los infartos que pasan inadvertidos no son inocuos. Según un nuevo estudio realizado en Islandia con resonancia magnética nuclear, estos infartos no reconocidos son tan riesgosos a largo plazo como los que son diagnosticados clínicamente. El uso de resonancia cardíaca para detectarlos, sugieren algunos cardiólogos, podría disminuir el riesgo que de muerte que conllevan con el tiempo.

Las imágenes de resonancia cardíaca identifican mejor que el electrocardiograma los llamados “infartos no reconocidos” (INR), también conocidos como “infartos silentes”. Se ha descubierto que este tipo de infartos -que aparecen tardíamente reflejados en el electrocardiograma como una onda Q patológica, o que se revelan solo en una imagen, como la resonancia cardíaca- es más prevalente en población añosa que los infartos diagnosticados, por lo cual es importante identificarlos antes de que sea tarde para tratarlos.

Para evaluar el pronóstico de pacientes añosos con INR, los investigadores liderados por Tushar Acharya evaluaron una cohorte islandesa de 935 personas de 76 años promedio y distintos factores de riesgo (tabaquismo, hipertensión, diabetes, entre otros). Esta cohorte pertenecía al grupo de más de 5.700 personas del estudio Age, Gene/Environment Susceptibility (AGES) de Reykjavik. Tras un seguimiento de más de 10 años, los cardiólogos islandeses descubrieron que la mortalidad de quienes padecieron infartos no reconocidos fue semejante a la de quienes fueron diagnosticados con infarto, y mayor a la mortalidad de quienes no sufrieron eventos cardíacos. Además, el infarto no reconocido se asoció con insuficiencia cardíaca y con la ocurrencia de nuevos infartos de miocardio no fatales.

Los hombres, los menores de 70 años y los pacientes diabéticos fueron quienes más riesgo tuvieron de morir por un infarto no reconocido en el estudio islandés. Esos mismos grupos mostraron menos riesgo de mortalidad en caso de infarto diagnosticado. “Esta oposición en los resultados podría deberse a mecanismos fisiopatológicos diferentes o podría representar un efecto del tratamiento”, apuntan los autores. Como sea, el estudio islandés revela que el infarto no reconocido es un problema sanitario subestimado.

“Hay tres razones por las cuales este trabajo es muy valioso”, evalúa Miguel Cerdá, ex director del Consejo de Tomografía Computada y Resonancia Magnética Cardíaca de la SAC. “En primer lugar, porque hizo un seguimiento a largo plazo de casi mil personas en la población general islandesa y no perdió ningún participante en los 13 años del estudio”, reflexiona el cardiólogo de la Fundación Favaloro. “En segundo lugar, porque nos muestra el iceberg del infarto de miocardio: sólo reconocemos un tercio de los casos; el resto no lo diagnosticamos habitualmente”. De hecho, de los 247 infartos totales producidos en esta cohorte, sólo 91 fueron diagnosticados y 156 fueron no reconocidos. “En tercer lugar, el estudio muestra que los infartos no reconocidos tienen peor pronóstico”, señala Cerdá, “lo cual subraya la importancia de utilizar resonancia magnética para detectarlos y comenzar un tratamiento agresivo”.

Para Juan Pablo Costabel, miembro del Consejo de Emergencias Cardiovasculares de la SAC, lo sorprendente del estudio es la alta tasa de infartos silentes (17% en Islandia con uso de resonancia cardíaca, comparado con 6% obtenido en Rotterdam con electrocardiograma). Además, el estudio islandés mostró que “la mortalidad de los infartos no reconocidos es alta, así como también es alta la evolución hacia insuficiencia cardíaca y los nuevos infartos”, agrega el cardiólogo.

Los especialistas subrayan que, debido a su pequeño tamaño, solamente la resonancia cardíaca puede detectar ciertos infartos silentes. Según refiere Cerdá, los investigadores islandeses habían publicado en 2012 que el electrocardiograma sólo pudo detectar un 5% de los infartos no reconocidos, mientras que la resonancia magnética capturó 17% de estos infartos.

La importancia de identificar infartos silentes fue subrayada también por otros estudios recientes. Una investigación holandesa reveló que los pacientes con un infarto agudo de miocardio que padecieron antes un infarto silente tienen tres veces más riesgo de eventos cardiovasculares (MACE) en el seguimiento.

¿Habría que hacerles una resonancia cardíaca a todos los pacientes añosos aunque no presenten dolor de pecho? “Si bien la resonancia cardíaca no conlleva riesgo de radiación ionizante, el uso de gadolinio como sustancia de contraste puede tener algunos efectos adversos, por lo cual no está recomendado para todos”, advierte Cerdá. Y aunque “sería deseable recurrir a resonancias cardíacas en personas añosas para individualizar el riesgo”, el cardiólogo descarta usar este estudio como screening, ya que es no está al alcance de todo el mundo.

Según Costabel, jefe de Unidad Coronaria del ICBA, la cuestión no es si hay que aumentar las resonancias cardíacas para hacer screening sino cómo mejorar el tratamiento de los factores de riesgo. “Los pacientes del estudio islandés lucen subtratados. Nos están faltando medidas de prevención primaria y evaluar mejor el riesgo cardiovascular de los pacientes”, concluye.

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