Tratar el cáncer de mama sin descuidar el corazón

  • El tabaquismo, la obesidad, el sedentarismo, la hipertensión arterial y la diabetes mal controlada constituyen los factores de riesgo compartidos por las enfermedades oncológicas y cardiovasculares, de allí la importancia de controlarlos para disminuir la chance de su aparición.
  • Pero no es la única cuestión por la cual los caminos de estas dos patologías pueden llegar a cruzarse en algún momento, ya que en el transcurso del tratamiento oncológico es fundamental el cuidado de la salud cardíaca debido al potencial efecto cardiotóxico de algunas drogas utilizadas para el cáncer de mama. Hoy, el trabajo conjunto de cardiólogos y oncólogos es necesario para lograr un buen resultado terapéutico y evitar complicaciones.

De acuerdo con los datos del Observatorio Global de Cáncer de la Organización Mundial de la Salud, cada año se diagnostican más de 21 mil casos de cáncer de mama en el país, situación que coloca a esta patología a la cabeza de todos los tipos de tumores.

En 2019, 5.992 personas fallecieron como consecuencia de esta afección, según muestran las cifras oficiales[1]. En tanto, las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de muerte en la Argentina, con 100 mil defunciones anuales[2]. En conmemoración del Día Internacional de Lucha contra el Cáncer de Mama, es importante recordar que las dos patologías se entrelazan durante el tratamiento oncológico, poniendo en relieve la necesidad de un abordaje que apunte no sólo a la cura potencial del tumor sino también a prevenir o controlar los posibles efectos cardiotóxicos del tratamiento.

“Afortunadamente, desde hace varios años, en particular en América latina y en la Argentina se armaron equipos de Cardio-Oncología, donde el oncólogo trabaja en conjunto con el cardiólogo. Esto es así porque las mujeres que tienen el diagnóstico de cáncer de mama reciben diferentes tipos de tratamientos que pueden generar daño en el corazón. Por un lado, están los fármacos, la comúnmente llamada quimioterapia, pero por el otro lado estas pacientes también reciben radioterapia. Ambas terapéuticas tienen efectos potencialmente cardiotóxicos: la radioterapia, la cual no siempre se aplica exclusivamente sobre el área del tumor en la mama, sino que, dependiendo de la técnica utilizada, puede llegar a irradiar otras zonas del tórax, y la quimioterapia, porque hay drogas específicas como las antraciclinas o los anticuerpos monoclonales que pueden producir disfunción ventricular”, explicó la Dra. Silvia Makhoul, médica cardióloga, secretaria científica del Consejo de Cardio-Oncología de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).

Por este motivo, se recomienda el control de los factores de riesgo cardiovascular antes de iniciar un tratamiento para el cáncer de mama, el monitoreo de los signos de cardiotoxicidad y la implementación de medidas preventivas y terapéuticas en forma precoz[3].

Se estima que las pacientes con cáncer tratadas con drogas potencialmente cardiotóxicas poseen una tasa 7 veces mayor de mortalidad por enfermedad cardiovascular en comparación con la población general, presentan 9 veces más riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular, 10 veces más posibilidades de desarrollar enfermedad cardiovascular y la chance de presentar insuficiencia cardíaca es 15 veces mayor[4].

Dos especialidades y varios escenarios

Para el Dr. Patricio Servienti, médico oncólogo, director del Consejo de Cardio-Oncología de la SAC, desde la Cardiología puede haber dos escenarios: uno está dado por una paciente que es cardiópata, previo al diagnóstico de cáncer de mama, y otro por una paciente que no tiene antecedentes de enfermedad cardiovascular.

Ahora, desde el punto de vista oncológico hay tres escenarios distintos:

a) El de la paciente que tuvo un tumor y se operó y quedó libre de enfermedad. En estos casos lo que se hace es un tratamiento preventivo de la recaída apuntando a lograr el equilibrio entre los posibles efectos adversos de la medicación en una paciente que está sana.

b) El de la paciente oncológica con una enfermedad localizada y a la cual se le hace un tratamiento previo a la cirugía. Tras la intervención, quedará libre de enfermedad y estaremos en el escenario previo. En estas pacientes, explicó el Dr. Servienti, “también van a estar presentes los potenciales efectos adversos de las medicaciones, pero sabemos que la chance de curarse está dada por la cirugía posterior, con lo cual si hay complicaciones con el tratamiento se puede suspender e ir directamente a la cirugía”.

C) El tercer escenario es el de una paciente que tiene metástasis. Acá el tratamiento apuntará a prolongar la sobrevida, pero con la mejor calidad de vida posible. Esa paciente probablemente reciba tratamiento oncológico durante todo el resto de su vida y el hecho de suspenderlo muy probablemente traiga complicaciones en su cáncer de mama, que sin medicación seguirá avanzando. “En este contexto, muchos de los medicamentos que utilizamos para el tratamiento tienen potenciales efectos adversos cardiológicos, lo que tenemos que conseguir es un balance adecuado para no generar mayores complicaciones cardiológicas y que nos permita hacer el tratamiento beneficioso para la paciente, ahí es donde actuamos en conjunto con los cardiólogos y donde surge la Cardio-Oncología, para tratar de mantener la integridad de los protocolos con el menor costo posible para el corazón de las pacientes”, indica el Dr. Servienti.

Qué le puede pasar a la salud cardiovascular durante el tratamiento del cáncer de mama

Hay drogas oncológicas que producen hipertensión arterial y, si la paciente tiene hipertensión previa, esta condición puede empeorar, con lo cual requerirá ajustes de la medicación para poder seguir el tratamiento y, al mismo tiempo, tener la presión arterial controlada.

Por otro lado, hay pacientes que desarrollan insuficiencia cardíaca con los medicamentos y entonces hay que controlarlos previamente. “Si sabemos que vamos a utilizar una droga que potencialmente puede causar insuficiencia cardíaca, hay que ir controlando a esa paciente con estudios cardiológicos durante el tratamiento para tratar de detectar esa insuficiencia precozmente, y suspender la terapia o hacer modificaciones, con medicación cardiológica. Otras drogas producen alteraciones en el electrocardiograma que van a generar o potenciar la chance de hacer arritmias”, señala el Dr. Servienti.

“Algo fundamental es que el monitoreo cardiovascular no puede retrasar ni complicar el tratamiento oncológico. A las pacientes siempre se les explica que esta probabilidad existe, pero recordemos que no todas las pacientes con cáncer de mama que reciban tratamiento van a desarrollar cardiotoxicidad. Por otro lado, si una paciente es hipertensa, presenta sobrepeso u obesidad, tiene su diabetes mal controlada o fuma, es más probable que desarrolle cardiotoxicidad en comparación con aquella mujer que no tiene esos factores de riesgo o que los tiene, pero están controlados durante el tratamiento”, sostiene la Dra. Makhoul.

Desde la Cardio-Oncología, se buscará justamente mantener un equilibrio entre la terapéutica para el cáncer de mama procurando el menor impacto posible sobre la salud cardiovascular. En este sentido, se analizarán las alternativas terapéuticas que en ocasiones están disponibles y en otras no.

A veces hay opciones, ajustes, adaptaciones y otras veces no. Por ejemplo, una paciente con un cáncer de mama HER2+ que requiere tratamiento con un anticuerpo monoclonal, no tiene una droga alternativa y posee la chance de generar cardiotoxicidad. En este caso, se cuida que la paciente pueda seguir haciendo el tratamiento. Con otras drogas se sabe que son riesgosas por encima de cierta dosis acumulada, entonces la adaptación que se puede hacer es no pasar de esa dosis donde se entra en una zona de mayor riesgo. También se puede cambiar por otra formulación, como es el caso de la doxorrubicina liposomal, menos tóxica y que permite mayor dosis acumulada. En otras situaciones también hay medicamentos alternativos.

“Más allá del diagnóstico del cáncer, es importante que las pacientes recuerden siempre que la enfermedad cardiovascular mata más que el cáncer de mama. Una mujer que tuvo cáncer de mama y que recibió un tratamiento potencialmente cardiotóxico debe acudir al cardiólogo y controlar sus factores de riesgo. Además, el daño cardiovascular puede aparecer durante el tratamiento, inmediatamente después, durante el primer año e inclusive hasta 10 años después”, advirtió la Dra. Makhoul

El abordaje multidisciplinario es fundamental; los cardiólogos tienen que formar parte del manejo de los pacientes oncológicos desde el principio, con una evaluación inicial que permita saber qué paciente está en riesgo y cuál no. En este sentido la comunicación entre el cardiólogo y el oncólogo debe ser fluida para saber qué drogas se van a usar, por cuánto tiempo y en qué escenarios, para saber cuándo se puede suspender o no el tratamiento y evitar las complicaciones. “A las pacientes les diría que confíen en los tratamientos porque son seguros, lo que se busca es prevenir complicaciones que tengan la chance de disminuir o suspender la dosis de tratamientos potencialmente útiles. Para ambas enfermedades, lo principal sigue siendo la prevención, esto se logra llevando una vida sana y evitando los factores de riesgo”, concluyó el Dr. Servienti


[1] Estadísticas Vitales. Información Básica. Argentina año 2019. Serie 5 Número 63. Ministerio de Salud de la Nación.

[2] Estadísticas Vitales. Información Básica. Argentina año 2019. Serie 5 Número 63. Ministerio de Salud de la Nación.

[3] European Heart Journal (2016) 37, 2768-2801

[4]     Cardinale D et al. Expert Rev Anticancer Ther. 2019 Mar 27. Cardinale D, Bacchiani G, Beggiato M, et al. Semin Oncol 2013;40:186-98

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