Tras una verdadera “pandemia de sedentarismo” se recomienda retomar la actividad física, aunque en forma gradual

Sin dudas, la cuarentena y el confinamiento propiciado por la pandemia de Covid-19 están mostrando múltiples consecuencias en la vida de las personas. Entre otras, se presentaron problemas de salud, económicos, laborales y sociales. Si bien mantenerse en el hogar para evitar el contagio del coronavirus SARS-CoV-2 fue una de las medidas necesarias, con ella también creció una conducta negativa: el sedentarismo.

A partir del aumento de los niveles de vacunación, paulatinamente van retomándose algunas actividades y, entre ellas, el ejercicio físico, sobre todo entre quienes practicaban algún deporte de forma amateur y en aquellas personas que advierten que han aumentado de peso y buscan mejorar su salud y su condición física. Claro que retomar o empezar la actividad física, por más positivo que parezca, también requiere sus cuidados, sobre todo después de tanta inmovilidad.

“Si bien hubo gente que hizo ejercicio en su casa vía Zoom, en general eso se fue apagando de a poco y no tuvo tanta adherencia como ocurre con el ejercicio o el deporte al aire libre. Todo el período de aislamiento obligatorio llevó a una verdadera pandemia de sedentarismo y la consecuencia de esto es una falta de adaptación del organismo a las actividades físicas cuando se retoman. Además, esta pandemia de sedentarismo va asociada al desarrollo de factores de riesgo para problemas cardíacos, como el sobrepeso y obesidad, el aumento de la presión arterial o el descontrol de la diabetes en personas con esta enfermedad”, sostiene el Dr. Roberto Peidro, Director del Instituto de Ciencias del Deporte de la Universidad Favaloro, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología y ex presidente de la Fundación Cardiológica Argentina.

Se sabe que la inactividad es un factor de riesgo para la salud física y la salud mental y que, a su vez, se asocia con un aumento de la mortalidad por todas las causas. “Los efectos de la inactividad pueden modificar rápidamente el metabolismo de un individuo. Por ejemplo, se ha demostrado que una reducción de dos semanas en los pasos diarios de 10.000 a 1.500 altera la sensibilidad a la insulina y el metabolismo de los lípidos, a la vez que aumenta la grasa visceral en adultos sanos. Durante las primeras etapas de la pandemia de COVID-19, hubo una disminución documentada de la actividad física, incluidos el volumen diario de caminata y el recuento de pasos. Entonces, es importante considerar los efectos de esta inactividad al examinar el riesgo de expresión de enfermedades crónicas al momento de reiniciar la actividad física”, asegura el Dr. Ignacio Dávolos, Director del Consejo de Cardiología del Ejercicio de la Sociedad Argentina de Cardiología e integrante de la División Cardiología del Hospital de Clínicas ‘José de San Martín’.

La evidencia de los efectos beneficiosos de la actividad física en la salud es mucha y muy amplia en la bibliografía médica. Estudios recientes señalan que hacer ejercicio reduce en un 33% casi todas las causas de mortalidad[1].

“El deporte es muy beneficioso tanto para la salud en general como para la salud cardiovascular: hacerlo periódicamente nos hace ganar en promedio hasta 7 años más de vida; pero también es importante conocer los peligros que puede ocasionar cuando se tiene una enfermedad cardiovascular, conocida o no. Ese riesgo fundamentalmente está basado en la posibilidad de una muerte súbita que puede llegar a pasar en 1 o 2 casos por año cada 100 mil deportistas (de alto rendimiento) y es principalmente de causa cardiovascular. El no conocer el estado físico previo de quien quiere hacer deporte triplica el riesgo de morir súbitamente luego de más de 6 meses de sedentarismo. Por este motivo es muy importante realizar el examen cardiológico y los estudios complementarios que el profesional determine para evaluar los riesgos”, afirma el Dr. Mario Fitz Maurice, especialista en Electrofisiología Cardíaca, Jefe del Servicio de Electrofisiología del Hospital Rivadavia y miembro titular de la SAC.

En la misma línea, el Dr. Peidro señala que, si bien es rara la muerte súbita en deportistas, es algo que puede ocurrir, de hecho, recientemente un futbolista de Dinamarca casi pierde la vida en el estadio por esta causa. “Estos deportistas están altamente controlados. Ahora, imaginemos una persona que no se realizó ninguna evaluación previa y que además tiene más de 35-40 años y hace mucho tiempo que no realiza actividad física o que juega al fútbol una vez cada tanto: sin dudas, el riesgo de muerte súbita es mayor en esta población. Sabemos que la mayor parte de este tipo de episodios fatales se produce en el deporte amateur, no en el profesional, sobre todo por encima de los 35 o 40 años. En el alto rendimiento, según datos internacionales, el porcentaje de muerte súbita se calcula entre 1 y 1.5 por cada 100 mil menores de 35 años, mientras que en los mayores de 40 años y amateurs es 1 muerte súbita cada 18 mil individuos”, asegura.

Para el Dr. Dávolos, al momento de prescribir actividad física pospandemia, los profesionales pueden encontrarse con tres escenarios: un individuo sedentario o amateur recreativo, un amateur competitivo y un profesional. “Fundamentalmente, abundan los primeros dos escenarios. En estos casos, la persona debe saber que es necesaria la consulta porque va a definir si además del examen preparticipativo habitual es necesario profundizar con estudios complementarios. Por otra parte, se debe valorar la presentación clínica en caso de haber cursado la enfermedad: no es lo mismo un caso leve asintomático que un caso severo que requirió internación en una unidad cerrada. Estas apreciaciones son importantes debido a que cada vez se observan más secuelas a largo plazo asociadas a la infección”, destaca el Dr. Dávolos.

En la misma línea, el Dr. Gabriel Eidelman, Director del Consejo de Arritmias de la SAC y Jefe del Servicio de Electrofisiología del Hospital Central de San Isidro, señala que en aquellos pacientes que tuvieron una infección moderada a severa por Covid-19 se debe hacer un seguimiento más pormenorizado: “lo recomendable es la realización de un electrocardiograma, un ecocardiograma y en algunos casos también medir la troponina en sangre, que es un marcador de daño cardíaco, para saber si hubo compromiso miocárdico, que es lo que se conoce como miocarditis. Al principio de la pandemia, se creía que esta miocarditis o la pericarditis, que es la inflamación de las membranas que recubren el corazón, eran mucho más frecuentes, esto se pensaba con los primeros datos, ahora que sabemos más de la enfermedad se estima que esto es mucho menos común de lo que se vio al principio, es decir, que es poco frecuente, pero hay que tenerlo más en cuenta en aquellos pacientes que cursaron la patología de manera moderada a severa”.

Según el Dr. Peidro, las estimaciones indican que entre el 20 y el 30% de pacientes internados por Covid-19 han tenido alteraciones cardíacas. “En aquellos que pasaron el Covid con síntomas leves o asintomáticos, la prevalencia de enfermedad cardíaca es muy baja. Los síntomas que quedan son cierta falta de aire y cansancio al retomar la actividad física; entonces cuando estas personas quieran volver al ejercicio o al deporte, lo primero que hay que saber es cómo transcurrieron el Covid. Luego, pasado el tiempo de aislamiento y del alta epidemiológica, vamos a preguntarles si les quedó algún síntoma o si sienten molestias como palpitaciones, sensación de taquicardia, problemas de falta de aire, sensación de pulso irregular o dolor en el pecho. Es fundamental la consulta con el cardiólogo que los va a revisar y les va a hacer un electrocardiograma y, dependiendo de si hay síntomas o no, también un ecocardiograma”.

“Es importante que las personas hagan un automonitoreo de los síntomas que tengan, es decir, si hay falta de aire -que es una disnea persistente no explicable por el ejercicio-, taquicardia, palpitaciones severas o dolor de pecho, tienen que volver a consultar al cardiólogo. Ante los síntomas persistentes hay médicos que consideran que hay que retomar el reposo entre 4 y 6 semanas tras la reevaluación. Algo importante también es que quienes hayan cursado la infección por Covid-19 de forma moderada a severa y presentaron compromiso pulmonar, realicen una evaluación funcional respiratoria con un especialista antes de retomar la actividad física”, indica el Dr. Eidelman.

“Si todo es normal, continuó el Dr. Peidro, la persona puede quedarse tranquila y retomar la actividad física con ejercicios de forma leve a moderada: caminatas, ejercicio con intervalos de trote-caminata, bicicleta de paseo y más intensa, hasta que progresivamente pueda llegar a un nivel que le haga bien para su salud y que se divierta haciendo deporte sin tener lesiones. Un punto fundamental es que se pierde mucho de la biomecánica del deporte al no hacer actividad física, es decir, de la coordinación neuromuscular; por lo tanto, se está más predispuesto a sufrir alguna lesión, por eso se recomienda comenzar en forma progresiva, se haya o no tenido Covid”, indicó.

En tanto, quienes no hayan cursado la infección por Covid-19 y quieran retomar la actividad física, también deben pasar por la consulta médica previa, justamente por la falta de movimiento y por los factores de riesgo que puedan existir, tales como el aumento de peso, un colesterol elevado o hipertensión arterial.

“Si es una población que viene del confinamiento y presenta factores de riesgo, o que tiene más de 35 a 40 años, debe consultar al médico para que le diga cómo hacer actividad física y qué estudios previos realizarse. Puede que se le indique además de un electrocardiograma, un ecocardiograma y una ergometría. Si es una persona de 20 años que ya venía haciendo deporte y está acostumbrada y no tiene ningún antecedente cardíaco, puede retomar la actividad más fácilmente, pero consultando al médico, por supuesto”, subraya el Dr. Peidro.

En la Argentina hay 40 mil muertes súbitas por año, esto es casi 1 muerte súbita cada 15 minutos. Durante esta pandemia, hay registros publicados en varios países que demostraron un aumento de la muerte súbita extrahospitalaria y es muy importante tener en cuenta esto. Si bien los motivos son muchos, hay que remarcar que el sedentarismo y el estado anímico pueden llegar a aumentar los componentes inflamatorios de placas ateroescleróticas coronarias y generar accidentes de placa que lleven a un infarto agudo de miocardio, que puede provocar arritmias y muerte súbita.

“Por un lado, la prevención primaria actúa para poder identificar a aquellos individuos con factores de riesgo que aumentan sus chances de tener una muerte súbita, mientras que la prevención secundaria, es decir, aquella que se hace en los pacientes que presentan un cuadro patológico y que no pudieron ser diagnosticados previamente por algún motivo, debe hacerse para que estas personas tengan la posibilidad de sobrevivir y, para ello, una de las principales herramientas para atender la crisis aguda consiste en contar con desfibriladores y gente preparada para su uso y capacitada en RCP (resucitación cardiopulmonar) en todos los lugares de concurrencia masiva o donde se realicen actividades deportivas”, concluyó el Dr. Fitz Maurice.


[1] Universidad Autónoma de Madrid. Facultad de Medicina. Un estudio liderado por investigadores de la UAM, Premio Nacional de

Medicina del Deporte Liberbank.

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