SCA: los optimistas evolucionan mejor

Por Alejandra Folgarait

[column col=”1/4″]SCA: los optimistas evolucionan mejor[/column]

Mucho se habla sobre los beneficios del pensamiento positivo sobre la salud. Pero poco se sabe, en verdad, sobre los efectos cardiovasculares de la categoría general que algunos llaman “positividad”.

Un nuevo estudio, conocido por las siglas GRACE (Gratitude Research in Acute Coronary Events), indagó precisamente en las diferencias entre el optimismo y la gratitud. Mientras el primero se asoció con buenos resultados tras un síndrome coronario agudo (SCA), el sentimiento de agradecimiento no hizo mayor diferencia en cuanto a biomarcadores de inflamación, actividad física y rehospitalizaciones.

El ensayo clínico, publicado en Circulation Outcomes, incluyó a 164 personas (84% hombres blancos, 61 años en promedio) que habían sido internadas por un síndrome coronario agudo (infarto de miocardio, angina inestable). A las dos semanas del evento, se les administró tests que miden distintas variables psicológicas (incluidas depresión y ansiedad), se analizaron biomarcadores de salud cardíaca en sangre y se identificaron calidad de vida y síntomas de los participantes. A los seis meses, se volvieron a analizar los biomarcadores de inflamación (proteína C-reactiva, factor alfa de necrosis tumoral, interleukina 6, entre otros) y el péptido natriurético NT-proBNP, que es un marcador pronóstico. También se registró la actividad física (caminata medida por acelerómetro durante dos semanas) y las rehospitalizaciones cardíacas.

A diferencia de lo que se esperaba, los investigadores liderados por Jeff Huffman, de la Escuela de Medicina de Harvard, no encontraron que los sentimientos de gratitud se asociaran significativamente con resultados positivos, salvo una mínima mejora en términos de TNF-alfa.

En cambio, el optimismo se asoció con mayor actividad física y menos readmisiones a los seis meses. Por cada punto más obtenido en el test LOT-R (que mide optimismo), se observó un 8% de reducción en las rehospitalizaciones. Con todo, ni los marcadores de inflamación ni los pronósticos mostraron asociación con el optimismo.

El impacto diferencial entre optimismo y gratitud parece estar relacionado con la temporalidad. Según reflexionó Huffman, el sentimiento de gratitud está vinculado con una mirada a lo que pasó, mientras que el optimismo implica mirar al futuro y sentirse motivado y confiado para tomar acciones. El optimismo, aclaró el cardiólogo estadounidense, no es lo mismo que un estado de no depresión, sino que implica una inclinación a tomar acción.

Los autores del estudio sugieren que los beneficios de los sentimientos y pensamientos positivos podrían estar más relacionados con el comportamiento saludable que a un descenso directo de los marcadores circulantes en el organismo.

SCA: los optimistas evolucionan mejor
El optimismo se asocia con mayor actividad física a los seis meses de haber padecido un síndrome coronario agudo.

“El estudio es bueno, está bien diseñado por instituciones muy serias y me parece muy valiosa la investigación de dos actitudes positivas, como el optimismo y la gratitud, en el pronóstico de los pacientes con síndrome coronario agudo”, evalúa el cardiólogo intervencionista Carlos Sztejfman, asesor del Consejo de Aspectos Psicosociales de la SAC. “Los médicos cardiólogos deberían tener siempre presentes estos aspectos al tratar a pacientes con SCA e incluso anotarlos en la historia clínica de la misma manera en que lo hacen con la hipertensión, el tabaquismo y otros factores que influyen en el pronóstico alejado”. Además, señala Sztejfman, “la correlación del optimismo con la actividad física es sumamente importante, ya que es un marcador muy valioso de la recuperación física y psíquica del paciente.”

Una cuestión que queda abierta es si se puede enseñar el optimismo. “Creo que el optimismo no se puede enseñar pero corresponde explicarle al paciente que podrá retornar su vida laboral, afectiva, sexual y deportiva prácticamente sin limitaciones, lo cual es una fuente grande de optimismo porque los pacientes tienen mucho miedo sobre su futuro”, agrega el cardiólogo de la SAC.

“En mi experiencia clínica evaluando psicológicamente pacientes con síndrome coronario agudo –apunta Alix Utne, ex Directora del Consejo de Aspectos Psicosociales de la SAC- observo que hay personas en las que naturalmente se reconocen aspectos optimistas y pesimistas. Es difícil ser optimista cuando uno está muy asustado, frente a lo desconocido signado negativamente, como lo es un dolor agudo en el marco de una guardia médica. Sin embargo, es muy importante que el profesional tratante, ya sea médico o psicólogo, genere un clima de confianza, transmitiendo tranquilidad y seguridad. Darle a la persona un mensaje genuino de lo que le está pasando, legitimando su dolor y sufrimiento y, al mismo tiempo, centrarse en las capacidades idiosincráticas para enfrentar las dificultades del momento con buen ánimo y perseverancia, facilitan los sentimientos positivos”, explica la psicocardióloga del Instituto de Medicina Cardiovascular del Oeste.

“Si un paciente se siente tenido en cuenta, escuchado y puede comprender lo que se le dice a través de un lenguaje claro, cuidado y directo, se sentirá más confiado. Esto redundará en una tendencia a ver las cosas en su aspecto más favorable. La gratitud es un aspecto que se da por añadidura. Si alguien ha sido bien tratado, es muy probable que se sienta muy agradecido y lo manifieste”, concluye Utne.

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