Preocupan el sobrepeso y las nuevas recomendaciones sobre la carne

Las cifras de la nueva Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS) en la Argentina mostraron un panorama sombrío. Tanto niños como jóvenes y adultos padecen unos niveles de sobrepeso y obesidad que auguran un aumento de las enfermedades crónicas en el futuro, de la mano de las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y el cáncer. 

El 41,1% de los niños y adolescentes argentinos entre 5 y 17 años tiene sobrepeso u obesidad (20,7% y 20,3%, respectivamente), según la Encuesta que relevó  datos de 22.000 personas en todo el país.  En los chicos de 0 a 5 años, el exceso de peso ronda el 14%, cuando lo esperable es alrededor del 2%. Estas cifras corresponden a todos los niveles socioeconómicos, de modo que la malnutrición es un proceso generalizado en la niñez argentina, así como el sobrepeso es un fenómeno global que preocupa a las autoridades sanitarias de todo el mundo. 

Gran parte del problema del sobrepeso se asocia con el exceso de comida ultraprocesada y la  fast food, además de una dieta basada en grasas, sal y azúcares. De hecho, un estudio reciente presentado en el Congreso de la Sociedad de Cardiología de Australia y Nueva Zelanda mostró que, por cada nuevo negocio de fast food que se instala en un lugar, se registran cuatro ataques cardíacos adicionales (por cada 100.000 habitantes).

“Enfrentar la enfermedad cardíaca  requiere responsabilidad individual y acciones a nivel poblacional”, señala Jeroen Bax, ex presidente de la ESC. “Este estudio revela el impacto del ambiente alimentario en la salud. Además de regular la locación y densidad de los establecimientos de fast food, es necesario garantizar el acceso a supermercados con alimentos saludables”, afirma el cardiólogo europeo.

Por su parte, Paola Harwicz, secretaria científica del Consejo de Cardiometabolismo de la SAC,  subraya que “es necesario trabajar en conjunto desde el ámbito profesional, la industria y el área de salud pública y tomar acciones dirigidas a reducir la oferta de alimentos ricos en grasas, sodio y azúcares, así como reducir el consumo de bebidas azucaradas en el ámbito escolar y en la casa”. 

En cuanto a las medidas desde la Secretaría de Salud Pública, “deben estar dirigidas a limitar el entorno obesogénico en la escuela, ya que en la Encuesta se observa que en 8 de cada 10 escuelas de todo el país, y de todos los niveles socioeconómico, se compran mayormente bebidas azucaradas y golosinas”, dice la cardióloga argentina especialista en Nutrición.

“La educación es un pilar fundamental, y debe comenzar en el jardín de infantes,  pero debe estar acompañada de un etiquetado nutricional frontal que permita hacer mejores elecciones, dado que la encuesta revela que sólo el 13% de la población refiere comprender la información nutricional de los alimentos”, agrega Harwicz.  

El patrón alimentario de la población argentina está muy lejos de las recomendaciones sanitarias, según la nueva Encuesta nutricional. Por ejemplo, el 37%de los argentinos toma cada día bebidas azucaradas (gaseosas, jugos, infusiones con azúcar) y el 17% consume a diario panes, facturas o galletitas. En cambio, sólo un tercio de la población ingiere al menos una porción diaria de frutas y verduras, mientras que la mitad de la población consume carne una vez al día.

En la población vulnerable, el patrón alimentario es, incluso, peor.  Los sectores pobres consumen la mitad de las frutas y verduras que los sectores de mayores ingresos, y el doble de bebidas azucaradas. 

Carnes rojas: ¿sí o no?

El tema de las carnes también es objeto de preocupación en la actualidad. Según una serie de cinco revisiones sistemáticas publicadas en Annals of Internal Medicine, los estudios  que han llevado a desaconsejar la ingesta de carnes rojas, en verdad, tienen una muy pobre evidencia.  

Los 14 expertos de un panel internacional publicaron  una serie de recomendaciones que contradicen el criterio de la Organización Mundial de la Salud y de otras instituciones, que advierten que las carnes rojas tienen compuestos cancerígenos y están reñidas con la salud. 

Liderados por el canadiense Bradley Johnston, de la Doulhsie University, los miembros del panel revisaron los estudios existentes y concluyeron que las carnes rojas –tanto las procesadas como las no procesadas- no se asocian significativamente con enfermedades cardiovasculares, diabetes o cáncer. En los 12 estudios randomizados analizados que incluyeron a 54.000 personas, los expertos no encontraron evidencias de que un menor consumo de carne se relacionara con menos enfermedades cardiometabólicas. 

Si  mil personas disminuyeran tres porciones de carne roja cada semana,  dicen los expertos, habría 7 menos muertes por cáncer y 4 menos muertes por razones cardíacas. Si, durante 11 años, mil personas eliminaran  3 porciones de carne roja de su dieta, se producirían 6 casos menos de diabetes 2. En cuanto a reducir 3 porciones de carne procesada (salchichas, jamón, salamín, hamburguesas, etc.), se generarían 12 casos menos de diabetes tipo 2. ¿Vale la pena hacer el esfuerzo de reducir la ingesta de carne? Los especialistas que hicieron la revisión dicen que no. Pero otros aseguran que el efecto sobre la salud a nivel poblacional sería notorio.

“No estamos diciendo que no existe riesgo. Estamos diciendo que sólo hay evidencia de bajo nivel de una reducción del cáncer y otras consecuencias adversas al disminuir el consumo de carne roja”, aclaró Johnsto, autor principal de las revisiones sistemáticas. 

La mayoría de los especialistas en cáncer y enfermedades cardiovasculares pusieron el grito en el cielo por el diseño del los nuevos estudios (basados en la metodología  Grading of Recommendations, Assessment, Development and Evaluationy-GRADE) y por  sus controvertidas conclusiones. “El mensaje debería ser no consumir más de tres porciones de carne roja a la semana y evitar completamente la carne procesada”, afirmó Giota Mitrou, director de investigaciones de la World Cancer Research Found. 

Una dieta balanceada, agregó Mitrou, es lo mejor para evitar el cáncer de colon y otros cánceres.  Sumar vegetales, legumbres y frutas al pescado es lo más efectivo para disminuir la mortalidad por cánceres y enfermedades cardiovasculares. 

Por otra parte, recordaron los nutricionistas, la cría de ganado también emite gases que aumentan la crisis climática global, por lo cual el consumo de carne debería ser reducido significativamente en todo el mundo. 

“Fomentar el consumo ilimitado de carnes rojas – y sobre todo, las procesadas- no es algo prudente y hasta puede ser peligroso”, afirma María Paula Duczynski, también miembro del Consejo de Cardiometabolismo de la SAC, quien recuerda que las carnes procesadas son ricas en sodio, por lo que aumentan la presión arterial; mientras que las carnes rojas tienen un 30% de grasas, principalmente saturadas y colesterol, que contribuyen a la ateromatosis. “Para complicar más la situación, el exceso de carnes rojas, sobre todo las procesadas, aumenta el riesgo de desarrollar trastornos en el metabolismo de los hidratos de carbono, como la diabetes”, agrega la cardióloga argentina. “Una alimentación balanceada sumada a la actividad física ayuda a proteger la salud, disminuyendo los factores de riesgo y la mortalidad cardiovascular”, concluye Duczynski.

Lo cierto es que la controversia actual sobre la carne roja no está exenta de conflictos de interés ni de incertidumbre. En verdad, la mayoría de los estudios nutricionales son observacionales y se basan en cuestionarios que contestan los propios participantes. La realización de estudios aleatorizados sobre alimentación  en muy difícil, advierten los expertos. Como sea, en el país del asado, donde más del 50% de la población consume carnes rojas, la noticia fue recibida con aplausos por la mayoría de la gente, y con críticas por parte de los especialistas.

Por Alejandra Folgarait

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