La mirada de género también es importante para cuidar el corazón

En el marco del Día Internacional de la Mujer que se conmemora el 8 de marzo

  • De acuerdo con las cifras oficiales reportadas en 2019[1], 48.402 hombres fallecieron en el país por enfermedades cardiovasculares, entre las que se encuentran las patologías hipertensivas, isquémicas del corazón, insuficiencia cardíaca, enfermedad cerebrovascular y aterosclerosis, entre otras.
  • Aunque la diferencia con las cifras de mortalidad cardiovascular de las mujeres es ínfima (48.530 defunciones1), aún se piensa que ellas mueren más por cáncer de mama que por afecciones cardíacas.
  • Por este motivo, en el Día Internacional de la Mujer los especialistas remarcan la necesidad de difundir la importancia de los controles cardiológicos en la población femenina, que las mujeres y también los profesionales reconozcan tempranamente los síntomas de infarto y observar la historia ginecológica de cada paciente para evaluar los riesgos de su corazón.

Las enfermedades cardiovasculares crecen con el aumento de la expectativa de vida: cuantos más años se cumplen, existen más probabilidades de desarrollarlas. Ahora bien, al momento de pensar en las formas en las que el corazón se daña, no existe un mecanismo único. La cardiopatía isquémica comprende la disminución del aporte de oxígeno al músculo cardíaco, como resultado de obstrucciones coronarias debido a la presencia de placas ateroscleróticas, una condición para la cual las mujeres corren con cierta ventaja debido a la protección que ejercen las hormonas. Sin embargo, se debe tener presente que existen otras maneras de que se produzca esta afección, incluso sin obstrucción.

La aparición de la enfermedad coronaria ocurre aproximadamente una década después en las mujeres con respecto a los hombres. Pero la obstrucción coronaria típica provocada por un ateroma no es la única forma, hay otras formas de producir isquemia: algunas están relacionadas con el endotelio que, sin tener una obstrucción, pierde capacidad vasodilatadora, entonces responde mal a los requerimientos de oxígeno del músculo y puede producirse isquemia y hasta puede llegar al infarto, aun en ausencia de lesiones coronarias significativas, lo que se conoce como ‘Minoca’ y es más frecuente en las mujeres que en los hombres”, señaló la Dra. Ana Salvati, presidente de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA) y ex presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).

Otra de las formas de isquemia e infarto son las disecciones espontáneas de las arterias coronarias, que se producen por la separación de las capas que componen la pared de la arteria y que llevan a reducción del flujo coronario por el hematoma que se hace, no dentro de la luz de la arteria sino entre las capas de la misma, lo cual impide el pasaje de sangre. Esta es una patología típicamente femenina con una proporción de 90 a 10, es decir, que por cada 90 mujeres que la sufren hay 10 hombres que la presentan. “Es una patología que se observa en mujeres jóvenes y puede causar infarto en el puerperio o en el último trimestre de embarazo”, explicó la Dra. Salvati.

“Habitualmente, se cree que la primera causa de muerte en mujeres es cáncer de mama, esto tiene que ver con las campañas que se hacen: las mujeres saben que una vez por año tienen que hacerse los controles ginecológicos, pero esta conciencia no está tan arraigada al momento de cuidar el corazón. Aun hoy la causa cardiovascular es identificada como la primera causa de muerte sólo para el hombre, no sólo entre la población en general, sino también entre la comunidad médica”, sostuvo la Dra. Verónica Volberg, secretaria de la Sociedad Argentina de Cardiología y ex- Directora Área Corazón y Mujer.

“En la Argentina 1 de cada 3 mujeres muere por enfermedad cardiovascular, lo que representa en nuestro país una muerte casa 11 minutos, mientras que 1 de cada 8 mujeres padecerá cáncer de mama. Esto significa que la enfermedad cardiovascular es la más prevalente, con mayor mortalidad y que puede ser modificable”, expresó la Dra. Bibiana Rubilar de Seggio, cardióloga intervencionista, Directora del Área Corazón y Mujer de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y de la Fundación Cardiológica Argentina(FCA).

El abordaje de la enfermedad cardiovascular en la mujer, entonces, no sólo debe tener en cuenta los factores de riesgo tradicionales, tales como la diabetes, el colesterol elevado, el tabaquismo, la hipertensión arterial, el sobrepeso o el sedentarismo, que afectan tanto a hombres como mujeres, pero que como en el caso de la diabetes o el tabaquismo tienen un impacto mayor en el corazón de la mujer, sino que deben considerarse otros -propios de la mujer- y que están vinculados a su historia ginecológica y obstétrica.

La menopausia precoz, por ejemplo, se asocia a mayor riesgo cardiovascular, sobre todo cuando aparece antes de los 40 años. En estos casos, el riesgo se incrementa significativamente respecto de las mujeres que tienen menopausia en la etapa esperada, entre los 50 y 51 años en Argentina. Actualmente, existe evidencia de que la terapia de reemplazo hormonal puede resultar beneficiosa para estas pacientes, pero deben ser estudiadas en forma individual. Esto se vio en los subgrupos de mujeres jóvenes, de menos de 60 años, y que comienzan el tratamiento antes de los 10 años desde el inicio de la menopausia. “Es una población seleccionada, específica, la evaluación debe hacerse en forma conjunta entre el cardiólogo y el ginecólogo para valorar el riesgo-beneficio”, advirtió la Dra. Salvati.

Otro de los factores de riesgo no tradicionales está dado por la hipertensión arterial que ocurre durante el embarazo, con preeclampsia o eclampsia. Estas mujeres están más predispuestas a ser hipertensas en etapas más tempranas de la vida que el promedio esperable de la población, y a tener mayor predisposición a desarrollar enfermedad coronaria. Algo similar sucede con las pacientes que presentan diabetes gestacional.

En tanto, los abortos espontáneos reiterados o la terminación prematura del embarazo, puede hablar de una disfunción del endotelio y un endotelio disfuncionante está más predispuesto a la enfermedad vascular que uno normal. Entonces, las mujeres tienen causas más frecuentes de isquemia y de infarto sin obstrucciones coronarias tradicionales, que son las que habitualmente se buscan, y que las ponen en un riesgo mayor que en los hombres. A pesar de todo esto, el control de la salud cardiovascular en la población femenina no está priorizado como en otras patologías, como las vinculadas al cáncer ginecológico o mamario.

“Según la encuesta nacional de percepción, conocimiento y conducta en la mujer, sobre prevención de factores de riesgo cardiovascular 2021, del Área Corazón y Mujer de la FCA, que incluyó la opinión de 3.500 argentinas (la mitad de entre 46 y 65 años), el 30,4% son hipertensas y el 12,1% no conoce sus valores de presión arterial; el 34,1% de las mujeres pesa más de 71 kg, con un perímetro de cintura por encima de los valores saludables (hasta 88 cm), el 29,2% no conoce sus valores de colesterol, solo el 10,1% refiere hábitos de vida saludable, el 30,7% ha fumado en algún momento de su vida, la mitad de las encuestadas tiene antecedentes en su entorno cercano de enfermedad cardiovascular y solo el 55,7% realiza al menos 150 minutos de ejercicio físico por semana mientras que el 44,3% restante son sedentarias”, afirmó la Dra. Rubilar de Seggio.

“Recientemente, escuché un médico de un programa matutino en una radio conocida comentar que ‘como las mujeres requieren menos angioplastias (colocación de stent), la enfermedad cardiovascular no es un importante para la mujer, ya que están protegidas por sus hormonas’. Este comentario deja evidente la falta de información de gran parte de la población: que la enfermedad cardiovascular, infarto y accidente cerebrovascular, son la primera causa de muerte en la mujer igual que en el hombre. Por cada mujer que muere de cáncer ginecológico o de mama, cinco lo harán del corazón o cerebro. Esta relación se mantiene así ya hace muchos años, y es por ello la importancia de difundir la importancia de la prevención desde edades tempranas de la mujer. Porque si empezamos a hacer la prevención con la llegada de la menopausia, ya llegamos tarde”, destacó la Dra. Volberg.

Síntomas: iguales y diferentes

Una de las cuestiones al momento del abordaje de la salud cardiovascular, en este caso, frente a una urgencia, es cómo se manifiestan los síntomas de un evento coronario. Si bien la mujer tiene los mismos signos que el hombre, muchas veces la mujer presenta, además del dolor de pecho característico, dolor en otras localizaciones que son un poco menos frecuentes. Por ejemplo: puede tener dolor en el pecho, pero relata además un gran cansancio físico, una sensación de estar en el aire, mareos asociados o sudoración. Todo este contexto que ella agrega quita el foco del dolor de pecho del médico que está interrogando y que no está alerta.

La angina de pecho se narró por primera vez a principios del 1700, con una descripción muy característica de opresión retroesternal, asociada a sensación de angustia y de muerte, pero lo que ocurrió fue que el doctor William Heberden hizo esta representación sobre una población en la cual únicamente el 3% eran mujeres. A partir de allí, la comunidad médica se pasó 3 siglos pensando en la angina de pecho tal como lo describió Heberden en hombres.

“Tener una mirada de género en Cardiología implica entender que en prevención cardiovascular no hay igualdad de la mujer, existen diferencias en cuanto a la anatomía y la percepción de los síntomas. Además, no hay conciencia de que la mujer tiene el mismo riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular que el hombre: debemos considerar esta posibilidad para no llegar tarde a la atención. La mujer que llega a una guardia con síntomas de un evento coronario tiene que ser recibida por alguien que piense que puede estar presentando un infarto; aunque tenga solo sudoración y fatiga, hay que hacer un electro. Por otra parte, es importante que la población femenina sea consciente de la relevancia del control cardiológico, de medirse la presión arterial, el colesterol y la glucemia, de comer sano, hacer ejercicio, controlar el peso y no fumar”, subrayó la Dra. Volberg.

A su vez, abordar la enfermedad cardiovascular con una mirada de género también implica observar los llamados factores de riesgo no tradicionales, como por ejemplo el estrés laboral, la sobrecarga de tareas, la violencia de género o la brecha salarial.

“El estrés es un factor de riesgo reconocido para enfermedad coronaria desde hace muchísimos años. Además, sufrir violencia de género, estar sobrecargada de tareas en el trabajo y en la casa, sumado a factores de riesgo tradicionales y no tradicionales contribuyen al daño cardiovascular. También las diferencias salariales estresan y angustian a las mujeres y las hacen sentir subvaluadas, a su vez la discriminación laboral en cuanto al acceso a roles de toma de decisiones les afecta su salud. Creo que la sociedad quiere aceptar la paridad de género, pero no le sale naturalmente, entonces las mujeres tenemos que tomar el guante de los desafíos y seguir para adelante”, concluyó la Dra. Salvati.


[1] Estadísticas Vitales. Información Básica. Argentina- Año 2019. Serie 5. Número 63

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