Día Mundial sin Tabaco: riesgos viejos y retos nuevos

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Si bien la prevalencia de tabaquismo ha disminuido 25% desde el año 2005 en la Argentina, todavía fuma el 22,2% de la población mayor de 18 años y crece el uso tanto de tabaco como de cigarrillos electrónicos en los jóvenes. El problema no es sólo la asociación actual del tabaquismo con enfermedades cardiovasculares, diversos cánceres, EPOC y neumonías sino también las oscuras perspectivas sanitarias que se ciernen a futuro, si continúa el consumo al ritmo actual.

La Organización Mundial de la Salud advirtió que, de no cambiar los patrones de consumo de tabaco, en 2030 podrían morir 8 millones de personas al año por patologías asociadas al cigarrillo, la mayoría en países de ingresos bajos y medios. En cuanto a la Argentina, se producen más de 40.000 muertes anuales vinculadas al tabaco, a razón de 589 hombres y 327 mujeres por semana, de acuerdo con una estimación de 2016. Es cierto que el consumo de cigarrillos está bajando en los adultos, pero preocupa su aumento en los adolescentes.

La OMS calcula que un fumador regular pierde en promedio una década de vida. Se sabe, además, que no hay nivel seguro de exposición al tabaco. Un solo cigarrillo diario aumenta 50% el riesgo de enfermedad coronaria y ACV. En las mujeres embarazadas, el fumar también eleva el riesgo de parto prematuro y de bajo peso del bebé al nacer. Además, los fumadores tienen el doble de probabilidades de padecer infarto de miocardio, fibrilación auricular y enfermedad arterial periférica que los no fumadores.

En este contexto, la Sociedad Argentina de Cardiología, junto con la Fundación Argentina de Cardiología y la World Heart Federation, impulsan la campaña 25×25, que tiene como objetivo disminuir el 25% de la mortalidad cardiovascular para el año 2025. Para contribuir a ello, la campaña se propone reducir un 30% el consumo de cigarrillos.

“Estamos trabajando con la comunidad para bajar la mortalidad cardiovascular. Por ejemplo, le damos mucha importancia a la adherencia al tratamiento y, también, al control de factores de riesgo como el tabaco”, señala el cardiólogo César Berenstein, director del área de Distritos y co-coordinador de la campaña 25×25 de la SAC.

“En la Argentina se registró una disminución en la prevalencia de la exposición al tabaco y al humo de segunda mano; también hay avances en la reglamentación de la publicidad y en la educación de la comunidad, pero todavía faltan otras medidas, como aumentar los impuestos al cigarrillo y ratificar el Convenio Marco de Control del Tabaco, que ya firmaron más de 170 países en el mundo”, afirma la cardióloga Adriana Ángel, coordinadora del Grupo de Trabajo de Epidemiología de la SAC.

“La SAC participa con otras sociedades en la realización de campañas de cesación tabáquica”, agrega Ángel. “No hay que olvidar que el tabaquismo es una enfermedad adictiva crónica donde la nicotina es la sustancia responsable de la adicción, ya que tiene las características de una droga: genera tolerancia, dependencia física y psicológica”.

Jóvenes fumadores

Aunque el tabaquismo está disminuyendo en los hombres adultos, el hábito de fumar se está acentuando en los jóvenes y las mujeres. La OMS calcula que 100.000 jóvenes comienzan a fumar cada día en el mundo y lo hacen a edades cada vez más tempranas. En la Argentina, se estima que el 22% de los jóvenes de escuelas secundarias fuma. La edad de inicio al tabaquismo en los niños argentinos ronda los 13 años y el 3% de los chicos de hasta 14 años –más niñas que niños- fuma a diario.

Al problema del tabaquismo juvenil se suma actualmente una “epidemia de vapeo”. Los jóvenes adoptan cada vez más el uso de cigarrillos electrónicos, que se presentan muchas veces como sustitutos inofensivos pero contienen, en verdad, no sólo un líquido que se vaporiza sino también sales de nicotina.

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En los últimos tiempos ha aparecido un nuevo fenómeno: los “influencers” y las celebridades juveniles que se muestran en las redes sociales fumando distinto tipo de cigarrillos, incluidos los electrónicos. La moda ya tiene ribetes de epidemia en Estados Unidos, donde cada vez más estudiantes secundarios utilizan un dispositivo llamado “Juul”.

La cuestión está al rojo vivo en Estados Unidos. Mientras se debate en ese país una ley para prohibir el expendio de cigarrillos a menores de 21 años, muchos expertos cuestionan la decisión de la Oficina de Drogas y Alimentos (FDA) para permitir la comercialización de un dispositivo heat not burn (IQOS) elaborado por la tabacalera Philip Morris. A pesar de que se publicita como un sistema sofisticado para abandonar el tabaco, muchos especialistas lo consideran una forma de seguir consumiendo nicotina que no está exenta de riesgos. De hecho, un estudio australiano realizado in vitro reveló que los dispositivos heat not burn dañan las células respiratorias de manera similar a los cigarrillos de tabaco y electrónicos.

En la Argentina, según la reciente Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, 1,1% de la población adulta utiliza cigarrillos electrónicos aunque están prohibidos. “Hay una promoción del vapeo entre los jóvenes y, además, mucha gente cree que el cigarrillo electrónico es una opción saludable cuando no lo es, porque también contiene sustancias tóxicas, mantiene la dependencia y podría causar daños a largo plazo”, finaliza Adriana Ángel.

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Por Alejandra Folgarait

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