Beneficios cardiovasculares de la liraglutida

Por Alejandra Folgarait

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Nuevas drogas han revolucionado en los últimos tiempos el arsenal terapéutico para la diabetes tipo 2. Ahora, un nuevo estudio muestra que la liraglutida no sólo es capaz de reducir la glucemia, sino que también puede reducir un 22% la mortalidad por infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y otras causas en pacientes con diabetes tipo 2. De esta manera, la liraglutida es el primer fármaco de la familia de los análogos GLP-1 que muestra beneficios cardiovasculares.

La diabetes es una enfermedad crónica que se desencadena cuando el páncreas no produce suficiente insulina para regular el nivel de la glucosa en la sangre o cuando el organismo no puede utilizar con eficacia la insulina que produce. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la mano de la obesidad y el sedentarismo, la diabetes tipo 2 constituye actualmente una “epidemia” que afecta cada vez a más adultos y niños, al punto de que se han cuadruplicado los casos en las últimas dos décadas.

Se estima que unas 442 millones de personas viven con diabetes en el mundo, y este número se duplicará en los próximos 20 años. El crecimiento de la diabetes 2 es particularmente preocupante en los países de bajos y medianos ingresos, según la OMS. En la Argentina, 9,8% de la población mayor de 18 años padece diabetes, de acuerdo con la Tercera Encuesta de Factores de Riesgo del Ministerio de Salud de la Nación.

Los pacientes con diabetes tipo 2 tienen entre dos y tres veces más riesgo que el resto de padecer un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular. Si bien los especialistas coinciden en que la mejor manera de prevenir la diabetes es realizar ejercicio físico en forma habitual, no fumar, mantener un peso normal y alimentarse en forma saludable, lo cierto es que una vez desencadenada la enfermedad, muchos pacientes necesitan un tratamiento farmacológico que acompañe los necesarios cambios en el estilo de vida. En este sentido, ahora se sabe que la liraglutida ofrece beneficios significativos para los pacientes con diabetes tipo 2, no sólo a la hora de bajar la glucemia sino también de cuidar el corazón.

El estudio multicéntrico LEADER (Liraglutide and Cardiovascular Outcomes in Type 2 Diabetes), publicado en The New England Journal of Medicine, siguió durante casi cuatro años a 9.340 pacientes con 7% o más de hemoglobina glicosilada y alto riesgo cardiovascular (por haber padecido un evento o por tener uno o más factores de riesgo). La mitad de los pacientes recibió diariamente una inyección subcutánea de liraglutida 1,8 mg, mientras el resto recibía un placebo inyectable.

Al cabo de un promedio de 3,8 años, los pacientes que habían recibido liraglutida registraban menos infartos cardíacos y ACV no fatales, y menos mortalidad que los pacientes del grupo placebo. En concreto, la mortalidad cardiovascular se redujo un 22% y la mortalidad general disminuyó un 15% en los pacientes que recibieron liraglutida –agregada al tratamiento estándar para la diabetes- versus los que fueron inyectados con placebo.

Además, quienes recibieron este análogo del GLP-1 (péptido similar al glucagon) experimentaron una reducción de 2,3 kg en el peso, una disminución de 1,2 mmHg en la presión sistólica y un aumento de 0,6 mmHg en la diastólica respecto del grupo control. En cuanto a la frecuencia cardíaca, se observó un aumento no significativo de tres latidos por minuto en quienes tomaron el fármaco. Respecto de los efectos adversos serios, no se registró un aumento de la pancreatitis aguda ni de la crónica en los tratados con liraglutida ni se produjo una diferencia significativa en cuanto al desarrollo de cáncer. Sí se observó un aumento de colecistitis con la liraglutida, además de náuseas y vómitos pasajeros.

“Desde la década del 70 hubo dudas sobre la seguridad de los fármacos antihiperglucemiantes, hecho que se agravó luego de algunas publicaciones que vincularon la rosiglitazona con un mayor riesgo de infarto agudo de miocardio”, recuerda Hugo Sanabria, cardiólogo de la SAC. “En ese sentido, estudios como el LEADER nos aportan la tranquilidad de estar ante un fármaco seguro desde el punto de vista cardiovascular y nos abren el interrogante sobre si, además, son superiores en relación a otros tratamientos en términos de reducción de puntos finales cardiovasculares”, señala el Jefe de Diabetes del ICBA.

Similitudes y diferencias

La mayoría de los pacientes con diabetes 2 en Estados Unidos toma al menos dos medicamentos para conseguir controlar su glucosa en sangre. En 2012, se gastaron 31.000 millones de dólares en tratamientos hipoglucemiantes en EE.UU.. Sin embargo, según un reciente meta-análisis de ensayos clínicos publicado en JAMA, el riesgo de mortalidad cardiovascular y general no difiere mayormente en la nueve clases de drogas hipoglucemiantes que existen en la actualidad, ni usadas solas ni combinadas. “Todas las drogas son efectivas cuando se suman a la metformina”, concluyeron Giovanni Strippoli, de la Universidad de Bari, en Italia, y sus colegas. “La selección de terapias adicionales deben basarse en consideraciones específicas para cada paciente”.

Con las nuevas evidencias de que tanto la empagliflozina como la liraglutida tienen beneficios cardiovasculares, algunos cardiólogos se preguntan cuál elegir. En primer lugar, los expertos en diabetes subrayan que son fármacos de dos familias diferentes. La empaglifozina es un inhibidor SGLT-2 y la liraglutida un análogo GLP-1, por lo que sus mecanismos de acción son distintos. Además, la empaglifozina es un medicamento de administración oral, mientras que la liraglutida es inyectable. Finalmente, la reducción de la mortalidad cardiovascular en los ensayos clínicos resultó más grande con empaglifozina que con liraglutida (38% y 22%, respectivamente), pero la disminución en el peso fue mayor con liraglutida.

“Desde el punto de vista del impacto cardiovascular de los fármacos antihiperglucémicos, no todos son iguales”, afirma Sanabria. “Para evaluar este impacto debemos considerar una serie de factores: eficacia en términos de reducción de glucemia, riesgo de hipoglucemia, impacto sobre otros factores de riesgo cardiovascular y si el fármaco tiene acción directa sobre el sistema cardiovascular”. A modo de ejemplo, el especialista del ICBA dice que tanto los agonistas de GLP-1 como los inhibidores de SGLT-2 son eficaces en el descenso de la glucosa, sin riesgo de hipoglucemia, con un impacto favorable sobre los factores de riesgo cardiovascular (descenso de peso, presión arterial) y con probable acción beneficiosa sobre el sistema cardiovascular, por diferentes mecanismos, en forma independiente al descenso de glucemia. “Estos aspectos pueden ser cruciales al momento de elegir un fármaco para el tratamiento de nuestro pacientes con diabetes, en particular si son de alto riesgo”, dice el cardiólogo.

Según el endocrinólogo León Litwak, del Departamento de Diabetes y Metabolismo del Hospital Italiano, “empagliflozina y liraglutida son dos moléculas completamente diferentes que no compiten entre sí. De hecho, es muy posible que en el futuro se utilicen los dos medicamentos juntos en los pacientes con diabetes 2 que no respondan al tratamiento de primera línea con metformina”, aclara.

“Empaglifozina probablemente tenga un efecto positivo a nivel cardiovascular porque reduce la carga cardíaca, mientras que liraglutida reduce la mortalidad y los eventos probablemente porque mejora el funcionamiento del miocardio y del endotelio”, apunta Litwak.”En cualquier caso, los estudios muestran que liraglutida resulta especialmente útil para pacientes diabéticos que tienen riesgo coronario o han padecido un evento cardiovascular, pero habrá que ver cómo funcionan estos medicamentos en la vida real”, dice el endocrinólogo.

Para Sanabria, “debemos tener en cuenta que se tratan de las primeras evidencias sobre beneficios cardiovasculares con drogas antihiperglucemiantes. Los inhibidores de SGLT-2, como la empagliflozina, parecen actuar más sobre mecanismos hemodinámicos y el metabolismo del miocardiocito, en tanto los agonistas de GLP-1 ejercerían su acción tanto sobre los procesos ateroescleróticos como sobre el músculo cardíaco”, dice el cardiólogo. “Debemos ser cautos en la interpretación de estos resultados sorprendentes y aguardar más evidencias que confirmen estos hallazgos y nos permitan comprender mejor los mecanismos involucrados”, concluye el también especialista en diabetes.

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