Muerte súbita: apuntes de la historia

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La muerte y Egipto

Data de 1500 años antes de la era cristiana. Fue escrito en el antiguo Egipto, bajo el reinado de Amenhotep I, de la dinastía XVIII. Es el papiro Ebers (por el egiptólogo alemán homólogo, que lo compró a quien lo había descubierto en 1862, y se ocupó de traducirlo). Verdadera compilación del conocimiento médico de la época, versa sobre trastornos mentales, enfermedades de la piel, los ojos y los dientes, el embarazo, el tratamiento de tumores, abscesos y fracturas y recetas diversas. Tiene también en sus más de 100 páginas un tratado sobre el corazón, que entre otras cosas dice “Cuando el corazón está enfermo, su trabajo es imperfectamente realizado: los vasos procedentes del corazón se convierten en inactivos, de modo que no puedes sentirlos. Si el corazón tiembla, tiene poco poder y se hunde, la enfermedad es avanzada y la muerte está cerca”. Algunos han querido ver en esta frase la primera descripción de la muerte súbita. Sin embargo, una de las características esenciales de la misma es su condición de inesperada. No parece ser este el caso.

Hipócrates, el primero

Hipócrates decía en uno de sus aforismos “Aquellos que están sujetos a frecuentes y severos desmayos sin causa obvia mueren repentinamente”. Ahora sí, es posible que estemos frente a la primera alusión concreta a la muerte inesperada. Incluso, hay autores que han ido más allá. Por la falta de referencias a edad, género o síntomas determinados, adivinan que el Padre de la Medicina pudo haberse referido a casos de miocardiopatías o trastornos eléctricos primarios, y no a la muerte súbita del coronario crónico o el que padece insuficiencia cardíaca. Puede ser, pero ¿cómo certificarlo?

Correr y morir

¿Qué habrá sentido Feidípides, un hemerodromo o corredor profesional ateniense cuando ante la invasión de los persas sus generales lo enviaron corriendo a solicitar la ayuda de Esparta? Dicen los historiadores y entre ellos Herodoto que recorrió 246 km en menos de dos días. Durante siglos se entendió que este era otro de los mitos a que los griegos nos acostumbraron, pero en 1982 3 oficiales de la Real Fuerza Aérea de Gran Bretaña cubrieron la distancia en algo menos de 36 horas. Cuestión que Feidípides cumplió su tarea y peleó la batalla de Maratón. Y las fuerzas le alcanzaron para correr tras la victoria los 42 km. que lo separaban de Atenas, enviado por Milcíades para comunicar el triunfo y evitar que los atenienses pensaran en rendirse. Las fuerzas le alcanzaron para eso y nada más, porque llegado a Atenas pudo exhalar Contentos! Hemos ganado! y luego colapsar súbitamente y morir. Hay quienes niegan esta gloria a Feidípides y se la adjudican a Tersipo o a otros corredores. Pero en el nombre de Feidípides han terminado por subsumirse todos. El cuadro de Merson en el portal recuerda ese momento.

¿Espasmo coronario?

Gastón III, conde de Foix, vizconde de Bearne y copríncipe de Andorra, entre otros títulos, fue un típico señor feudal de la Francia del siglo XIV. Transcurrió su vida en guerras intestinas, contra los ingleses, contra los eslavos. Declaró que sus mayores placeres eran las armas, el amor y la caza. Justamente a esta última dedicó un tratado, el Libro de la Caza, una descripción completa acerca de la actividad (comportamiento de los animales, métodos, consejos). Y fue a los 60 años, en 1391, cuando al volver de la cacería de un oso, y hallándose en una posada, como describe Froissart en su Crónicas,”… pidió agua para lavarse las manos, pero en cuanto sumergió los dedos en el agua fría, cambió de color al sentir una opresión en el corazón y, fallándole las piernas, cayó sentado, exclamando: ‘¡Soy hombre muerto. Que Dios se apiade de mí! Murió en poco menos de una hora”. El detalle del agua fría permite suponer el mecanismo de vasoespasmo; la muerte en menos de una hora desde el comienzo de los síntomas responde claramente a la definición de muerte súbita. La figura que cierra la nota representa la muerte de Gastón III, al que se conoce también como Gastón Febo.

El médico del Papa: hechos y teorías

Nació en 1654 en Roma. A los 18 años Giovanni Maria Lancisi ya era doctor en Filosofía y Medicina. Desarrolló su capacidad de observación en el hospital de San Spirito, y a los 34 años el Papa Inocencio XI lo designó su médico personal. Fue luego médico de Inocencio XII y Clemente XI. En 1705 una epidemia de muertes súbitas asoló Roma; Clemente encargó a Lancisi que se consagrara al problema y hallara una solución. Tras un estudio cuidadoso que incluyó varias necropsias, en 1707 el Médico del Pontífice publicó De subitaneis mortibus, el primer texto conocido íntegramente dedicado al tema. Dijo Lancisi, refiriéndose a los laicos que hasta entonces habían intentado explicar el fenómeno: “Ellos culparon en su ignorancia no menos que en su imprudencia, en un momento a la calidad podrida del tabaco, y en otro a las exhalaciones fétidas de los terremotos pasados, al abuso de chocolate, y finalmente un virus desconocido en sus cercanías”. Él, en cambio, entendió que la vida depende de tres fluidos (sangre, aire y un fluido nervioso) y tres sólidos (sistemas respiratorio, cardiovascular y nervioso). De la alteración de cualquiera de ellos, y más aún de la combinación de alteraciones, podía surgir la muerte súbita. En otra de sus obras, De motu cordis et aneurysmatibus describió casi 100 años antes que Heberden la angina de pecho y su vinculación con la muerte prematura: “Dolores internos del pecho, acompañados en un momento por la dificultad de la respiración-especialmente al ascender colinas, y en otro por una sensación de estrangulamiento del corazón y frecuentemente pulso irregular… son capaces de matar fuera de tiempo, particularmente si los pacientes se someten a esfuerzos violentos y se saturan de comida malsana.” La vida le alcanzó además para realizar estudios epidemiológicos, relacionar la malaria con la presencia de los mosquitos y describir los aneurismas de aorta debidos a la sífilis. Murió no súbitamente en 1720.

Muerte súbita: apuntes de la historia

Dr. Jorge Thierer

Fuentes consultadas

Abhilash SP, Namboodiri N. Sudden cardiac death–historical perspectives. Indian Heart J. 2014;66 Suppl 1:S4-9

Hoyt WJ Jr, Dean PN, Battle RW. The Historical Perspective of Athletic Sudden Death. Clin Sports Med. 2015 ;34:571-85

Mirchandani S, Phoon CK. Sudden cardiac death: a 2400-year-old diagnosis? Int J Cardiol. 2003; 90:41-8.

Bayés de Luna A, Elosua R. Muerte súbita Rev Esp Cardiol. 2012;65:1039–1052

Barba J, Arrieta J,Perugachi C, y col. Espasmo arteriaI coronario. Antecedentes históricos. Revista de Medicina de la Universidad de Navarra

Fye W. Giovanni Maria Lancisi, 1654- 1720. Clin. Cardiol 1990; 13: 670-671

 

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