Los usos del cannabis y su impacto en el corazón

Por Alejandra Folgarait

[column col=”1/3″]Los usos del cannabis y su impacto en el corazón[/column]

La regulación del cannabis está siendo revisada en varios países del mundo, ya sea por la posibilidad de usar sus componentes para tratar ciertas enfermedades, ya sea por su consumo recreacional en forma de marihuana. Si bien actualmente prima la tendencia a la despenalización de la droga, algunos cardiólogos advierten sobre sus efectos adversos. En este sentido, un reciente estudio presentado en el Congreso AHA mostró que los hombres que fuman marihuana tienen más riesgo de padecer síndrome de Takotsubo que el resto. La polémica por los usos del cannabis continúa.

Se estima que 182 millones de personas fuman marihuana en el mundo, según datos de Naciones Unidas de 2014. En la Argentina, casi el 12% de los estudiantes de nivel medio consumió marihuana en el año previo, de acuerdo con la última encuesta oficial realizada en el país. “Desde el año 2009 se visualiza un sostenido aumento en el consumo de marihuana entre la población escolar”, afirmaron los expertos del Observatorio Argentino de Drogas. Cerca del 79% de los estudiantes argentinos que probaron alguna vez en su vida marihuana continúa consumiendo de manera ocasional o frecuente. ¿Es inofensivo este uso del cannabis o puede tener efectos nocivos en la salud de jóvenes y adultos?

Desde que Uruguay legalizó el cultivo, propuso la venta en farmacias y permitió el consumo de marihuana, otros lugares decidieron seguir su ejemplo. En Estados Unidos, la ley federal aún considera ilegal al cannabis, pero estados como Alaska, California, Colorado, Oregon, Massachusetts, Maine, Nevada y Washington permiten hoy la posesión de marihuana con fines terapéuticos y/o recreacionales. La comercialización de cannabis con propósitos médicos (para casos de dolor crónico, esclerosis múltiple, cáncer, convulsiones) está regulada por licencias en cada uno de los estados norteamericanos. Hasta el momento, la FDA sólo autoriza la venta de tres productos que contienen formas de THC sintético para pacientes con Sida que sufren anorexia y para las náuseas asociadas a la quimioterapia.

Una Carta Médica que acaba de publicar la revista JAMA hace una revisión de los usos terapéuticos del dronabinol, la nabilona y los nabiximoles (mezcla de THC y CBD) que se comercializan en Estados Unidos, Canadá y Europa para tratar distintas dolencias. En primer lugar, advierte que no existen estudios que permitan indicar el cannabis para el dolor oncológico intratable, aunque sugiere que los cannabinoides podrían ser utilizados como segunda línea en estos pacientes. En cambio, varios estudios respaldan actualmente el uso de extractos de cannabis (nabiximoles) para tratar síntomas de la esclerosis múltiple como disfunción urinaria, dolor neuropático y espasticidad. De todos modos, el único uso para el que existen evidencias suficientes por ahora es el de dronabinol o nabilona para tratar náuseas y vómitos causados por quimioterapia. Para el resto, dicen los autores, todavía falta documentación.

Epilepsia refractaria

El THC (delta-9-tetrahidrocannabinol) es el principal compuesto de la planta Cannabis sativa y es el responsable de sus aspectos psicoactivos de la marihuana. Al actuar sobre los receptores endocanabinoides tipo 1 y 2 del organismo, el THC genera distintos efectos a nivel inmunológico, cerebral y circulatorio. La marihuana contiene además otros compuestos, como el cannabidiol (CBD), que no tiene efectos psicoactivos.

En la Argentina, un proyecto de ley para autorizar la comercialización y el uso de aceite de cannabis en casos de epilepsia refractaria ya fue aprobado en la Cámara de Diputados y aguarda ahora su paso por el Senado. Si recibe luz verde, el aceite de cannabis podrá obtener autorización de la ANMAT para su importación y aplicación terapéutica en ciertos pacientes mientras se investigan sus efectos en forma científica.

¿Qué evidencias existen sobre la seguridad y efectividad del cannabis en epilepsia? Un estudio intervencional abierto, realizado en Estados Unidos y publicado en The Lancet Neurology, reveló que el uso de cannabidiol oral (Epidiolex) disminuyó significativamente las convulsiones motoras en niños y jóvenes con cierto tipo de epilepsia (síndromes de Dravet y de Lennox-Gastaut), aunque se asoció con efectos adversos serios en más del 20% de los pacientes.

Los últimos estudios muestran que el uso de cannabidiol genera una reducción mayor al 50% en la frecuencia de crisis en el 40 al 50% de los pacientes con formas de epilepsia refractaria al tratamiento convencional y que no son candidatos a la cirugía. Los efectos adversos se presentan en aproximadamente el 10% de los pacientes.

Neurólogos argentinos que participaron en un estudio observacional afirman que estos resultados ofrecen una molécula con buen nivel de eficacia y segura, y reclaman una ley que dé legalidad al uso de cannabis medicinal para poder avanzar con ensayos clínicos controlados, doble ciego y randomizados.

Efectos adversos

El incremento del uso recreacional y terapéutico del cannabis genera múltiples controversias no sólo científicas sino también políticas y sociales vinculadas con los riesgos de la adicción y los efectos toxicológicos de las drogas ilícitas. Se estima que 1 de cada 10 adultos que fuma marihuana se torna dependiente y la cifra sería mayor en los adolescentes. Sin embargo, el poder adictivo del cannabis es muy inferior al de la cocaína e, incluso, el alcohol.

“La discusión que existe hoy con el cannabis medicinal es la misma que ocurrió en el pasado con la morfina, derivada del opio”, recuerda Carlos Damín, Jefe de Toxicología del Hospital Fernández. “Fumar marihuana no tiene ningún efecto terapéutico pero si obtenemos un compuesto farmacéutico de la planta y probamos que es seguro y efectivo, ¿por qué no indicarlo para ciertas enfermedades? El tema es hacer investigación seria y detectar cuáles son los efectos adversos a largo plazo”, enfatiza el también profesor de Toxicología de la UBA.

Damín señala que los efectos de la marihuana dependen de la dosis y de la forma de administración, ya que los que fuman tienen más riesgo que los que la vaporizan en pipa. También, dice, hay que diferenciar la toxicidad aguda de la crónica.

Además de producir somnolencia, alteración de la presión ortostática y trastornos de la percepción, la marihuana puede tener efectos negativos en mujeres embarazadas (anemia, bajo peso del bebé al nacer, parto prematuro). Además, se sabe que el THC pasa por la leche materna al bebé.

Ahora empieza a tomarse en cuenta, además, el impacto cardiovascular del cannabis. La marihuana causa taquicardia, vasodilatación periférica, hipotensión postural y eleva la presión sistólica y diastólica en posición supina. Asimismo, la estimulación simpática producida por el cannabis podría aumentar la demanda de oxígeno del miocardio y precipitar un evento en pacientes susceptibles, según algunas investigaciones.

De acuerdo con el estudio observacional presentado recientemente en Nueva Orleans, los usuarios activos de marihuana duplican el riesgo de cardiomiopatía por estrés en pacientes hospitalizados. Amitoj Singh, líder del estudio estadounidense, subrayó que, si bien no se ha probado causalidad, la correlación entre fumar marihuana y padecer un Takotsubo existe y debería ser tomada en cuenta por los cardiólogos, ya que estos pacientes tienen un mayor riesgo de cardiomiopatía a pesar de ser jóvenes y no tener otros factores de riesgo, como hipertensión, diabetes o hipercolesterolemia.

Si bien en este registro la mortalidad intrahospitalaria y los eventos serios de quienes fuman marihuana fueron menores que los del resto de los pacientes internados, la necesidad de implantar desfibriladores y el paro cardíaco fueron significativamente mayores.

Los usos del cannabis y su impacto en el corazón

Apenas un minuto de exposición al humo de marihuana puede provocar una disminución de la función vascular endotelial en ratas, concluye un trabajo publicado en el Journal of the American Heart Association. La capacidad del cannabis de generar vasoespasmos también se probó en humanos.

Fumar marihuana aumenta 4,8 veces el riesgo de gatillar un infarto de miocardio una hora después del consumo. Y quienes fuman diariamente cannabis tienen un 1,5 a 3% más de riesgo de infarto que quienes no fuman, de acuerdo con una reciente revisión científica. A pesar de estos efectos adversos, ningún estudio mostró hasta el momento que el consumo habitual de marihuana aumente la mortalidad. El riesgo de muerte sólo aumenta en quienes ya han padecido un infarto de miocardio u otro evento cardiovascular. En cuanto a la aterosclerosis, los investigadores apuntan que la marihuana podría tener tanto un efecto protector como dañino, según el receptor cannabinoide involucrado.

Con todo, Damín afirma que no han llegado a su servicio pacientes con eventos cardiovasculares agudos asociados únicamente a la marihuana. “La mayoría de los pacientes que llegan al hospital son policonsumidores, combinan marihuana con alguna droga sintética y cocaína, por lo que es difícil diferenciar los efectos de cada droga”, dice el toxicólogo argentino.

Además del posible efecto perjudicial sobre el corazón, el cannabis también puede afectar negativamente el cerebro. Un estudio con SPECT publicado en el Journal of Alzheimer´s Disease mostró que los fumadores de marihuana experimentan una reducción de la circulación sanguínea en el hipocampo y otras áreas vinculadas a la memoria y el Alzheimer. Las alteraciones cognitivas de quienes consumen marihuana (problemas de memoria y atención) también se han observado en algunos jóvenes con alto consumo de marihuana pero no se ha probado un vínculo entre el uso de cannabis y la disminución del cociente intelectual.

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