El ejercicio intenso podría revertir el riesgo de insuficiencia cardíaca

Por Alejandra Folgarait

[column col=”1/3″]El ejercicio intenso podría revertir el riesgo de insuficiencia cardíaca[/column]

Mucho se habla de la necesidad de combatir el sedentarismo para disminuir el riesgo cardiovascular. Pero ¿cuánto ejercicio hay que hacer y a qué edad para observar realmente los beneficios? ¿Se puede evitar la rigidez del ventrículo izquierdo y la disfunción diastólica asociada a la edad si se practica ejercicio regularmente? Por primera vez, un estudio randomizado muestra que las personas de mediana edad sedentarias que se entrenan durante al menos dos años pueden aumentar la relajación del ventrículo izquierdo y, potencialmente, evitar el riesgo de insuficiencia cardíaca.

El ejercicio aeróbico intenso y moderado, realizado cuatro o cinco veces por semana entre los 45 y 64 años, mejora la estructura y la función del corazón, según el reciente trabajo publicado en Circulation. El pequeño estudio se realizó con 61 voluntarios sanos, sedentarios y no fumadores de 53 años (promedio) que aceptaron someterse a una ecocardiografía tridimensional y un cateterismo de corazón derecho. La mitad de los participantes se embarcaron luego en un programa aeróbico de entrenamiento intensivo (ExT) de por lo menos cuatro veces a la semana. La otra mitad llevó adelante un programa de ejercicios de yoga y entrenamiento con peso tres veces a la semana. Al cabo de dos años, el grupo intensivo consiguió un 18% de mejora en la captación máxima de oxígeno durante el ejercicio (VO2max) y más de un 25% de mejora en la “plasticidad” del músculo del ventrículo izquierdo. El otro grupo no mostró ninguna mejora.

Según los autores del estudio norteamericano, las personas que cumplieron con el programa intensivo podrían evitar el desarrollo de insuficiencia cardíaca con fracción de eyección preservada en el futuro.

“La clave a un corazón sano en la mediana edad es la dosis correcta de ejercicio”, señaló Benjamin Levine, director del Institute for Excercise and Environmental Medicine de Texas, Estados Unidos, y autor principal del trabajo. Según estudios previos realizados por el propio Levine, los adultos de 70 años sedentarios tienen corazones rígidos y pequeños que no se modifican con un año de ejercicio físico moderado. “Encontramos que la dosis óptima de ejercicio es cuatro a cinco veces por semana. Y hay que comenzar antes de los 65 años, que parece ser el límite para que el corazón pueda recuperar la elasticidad”.

“El estudio es muy interesante en términos fisiológicos”, evalúa el cardiólogo Enrique Fairman, ex Director del Consejo de Insuficiencia Cardíaca e Hipertensión Pulmonar de la SAC. “Aunque fue hecho en pocas personas, muestra que el entrenamiento es capaz de mejorar la relajación del ventrículo y, fundamentalmente, prevenir su deterioro en personas sanas de mediana edad que no hacían actividad física”, agrega Fairman.

Además, el estudio sugiere –aunque no prueba- que el ejercicio intenso podría evitar la progresión de la disfunción diastólica asociada a la edad y la insuficiencia cardíaca con fracción de eyección preservada. “Para confirmarlo, habría que hacer un estudio mucho más grande a largo plazo, algo que sería deseable desde el punto de vista de la salud pública, ya que la insuficiencia cardíaca afecta al 2% de la población y, según cifras de Estados Unidos, se presentan aproximadamente 9 casos nuevos cada año por cada 1.000 habitantes de 65 a 75 años”, señala el jefe de Insuficiencia Cardíaca de las clínicas Bazterrica y Santa Isabel, en Buenos Aires.

Entrenamiento a full

Si bien los participantes del estudio tuvieron un alto grado de adherencia (88%), algunos cardiólogos temen que la rutina de ejercicios de 150 a 180 minutos semanales con intervalos de alta intensidad tal vez sea demasiado exigente para personas acostumbradas a trabajar sentadas y pasar las horas de ocio mirando televisión o internet.

El protocolo diseñado por Levine y sus colegas comenzó con tres sesiones semanales demedia hora de ejercicio aeróbico moderado, durante los primeros tres meses. Luego, el ejercicio se intensificó hasta incluir:

a) una sesión de una hora semanal de ejercicio aeróbico con intervalo de alta intensidad 4×4 (cuatro sets de 4 minutos de ejercicio al 95% de la máxima frecuencia cardíaca seguidos por 3 minutos de recuperación activa al 60-75%);
b) dos o tres días por semana de ejercicio moderado (del tipo en el que se transpira pero se puede mantener una conversación);
c) al menos una sesión semanal de entrenamiento de fuerza;
d) al menos una sesión larga de ejercicio aeróbico por semana; por ejemplo, una hora de tenis, bicicleta, running o caminata enérgica.

Cada día de ejercicio intensivo con intervalo fue seguido por un día de recuperación que incluía 20 ó 30 minutos de caminata o actividad aeróbica liviana.

Estudios epidemiológicos ya habían mostrado que la medida del fitness en la mediana edad es el predictor más fuerte de futura insuficiencia cardíaca. Levine subraya que el entrenamiento, especialmente el de resistencia, debería ser incorporado a los hábitos diarios como si fuera el lavado de dientes o el cambio de ropa. Sería preciso realizar al menos una sesión de alta intensidad semanal en la mediana edad para cosechar frutos en el ventrículo izquierdo y evitar los efectos deletéreos del envejecimiento sedentario, afirma Levine.

Con todo, Fairman señala que habría que estudiar qué ocurre si las personas entrenadas dejan de hacer ejercicios por un tiempo, por ejemplo, cuando se van de vacaciones. También habría que corroborar si la falta de relajación del ventrículo es la causa de la insuficiencia cardíaca con fracción de eyección preservada o sólo un marcador más de la enfermedad. Por el momento, el estudio confirma que el ejercicio regular, de alta intensidad y supervisado es beneficioso para el corazón. No es poco.

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