11 de octubre: Día Mundial de la Obesidad

Por Alejandra Folgarait

[column col=”1/3″]11 de octubre: Día Mundial de la Obesidad[/column]

Los niveles de obesidad en la población adulta e infantil han encendido las alarmas en todo el mundo. En el Día de la Obesidad, que se instituyó el 11 de octubre de cada año, la World Heart Federation advierte que la obesidad hoy constituye una de las tres mayores enfermedades crónicas del mundo y tiene un impacto económico similar al de las guerras y el tabaco. Si la tendencia actual al exceso de peso no se revierte, el sobrepeso y la obesidad podrían afectar a 2.700 millones de personas en todo el mundo para 2025, con el correspondiente impacto sobre las enfermedades cardiovasculares y un costo médico que podría superar el billón de dólares.

Desde 1980, la obesidad se duplicó en 73 países del mundo y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alcanzó una prevalencia del 13% en 2014. En la Argentina, la obesidad adquirió proporciones aún más “epidémicas”: el 23% de los adultos y más del 6% de los niños son hoy obesos. Con un 9,9%, Argentina tiene la segunda tasa más alta de sobrepeso en menores de 5 años de América Latina y el Caribe, según recientes datos de Unicef.

La obesidad tiene un alto impacto sobre la salud y, también, sobre la economía de un país. Según un estudio realizado en 2014 por la consultora McKinsey, el tratamiento de la obesidad insumía 600.000 millones de dólares anuales, mientras que el de las enfermedades cardiovasculares ascendía a 460.000 millones de dólares. Estas cifras podrían disminuir si se toman medidas a nivel público para promover una alimentación sana, dicen los expertos.

La OMS impulsa un plan para reducir en 2025 los niveles de sobrepeso y obesidad a los existentes en 2010 y disminuir 25% las muertes por enfermedades no transmisibles, incluyendo las cardiovasculares.

Si una persona obesa pierde peso, no sólo disminuye su riesgo de diabetes, enfermedad cardiovascular y ciertos cánceres sino que también se generan importantes ahorros en el sistema sanitario. De acuerdo con un reciente estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos, ayudar a una persona de 40 años a pasar de obesidad a sobrepeso puede ahorrar unos 18.000 dólares en concepto de costos médicos y pérdida de productividad. Si ese mismo individuo dejara de ser obeso para tener un peso normal, el ahorro sumaría unos 31.400 dólares.

Los especialistas afirman que la obesidad debe ser tratada como una enfermedad y subrayan la importancia de llevar a cabo intervenciones tempranas en los niños, modificando sus hábitos de alimentación y sus patrones de actividad física. Es preciso disminuir la exposición de los niños y adolescentes a la comida ultraprocesada –plagada de azúcares, sal y grasas- y fomentar el consumo de frutas y verduras, además del ejercicio diario, para evitar el sobrepeso y la obesidad.

Para lograr que las personas compren comida más saludable importa más que la tengan a mano, bien visible en los estantes del mercado o del kiosco, a que reciban largas charlas donde se les ofrezca información racional sobre los riesgos de la obesidad. Las personas eligen lo más fácil, no lo más conveniente, a la hora de tomar decisiones sobre su dieta o la nafta que le ponen al auto. Al menos, esto es lo que descubrió el economista Richard Thaler, de la Universidad de Chicago, y lo que lo condujo a la teoría del “acicate” o “empujón” (nudge) que le acaba de valer el Premio Nobel.

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